ཨོཾ་མ་ཎི་པ་དྨེ་ཧཱུྃ།

miércoles, 1 de febrero de 2023

La paramita de la conducta

La conducta tiene que ver con el comportamiento que tenemos frente a los demás y nuestro entorno. Sin embargo, como paramita va más allá de las puras palabras o acciones. ¿Sabías que la conducta conlleva compromisos o votos? En este sentido implica un estado mental. Con ella preparamos el camino para profundizar en las siguientes paramitas y creamos los hábitos necesarios para llegar a nuestro futuro despertar.

Contenidos

  1. El significado de la conducta
  2. La conducta como paramita
  3. La práctica de la conducta
  4. Los tres apoyos a la buena conducta

1.  El significado de la conducta

Según el diccionario, la conducta es la manera como las personas se comportan en su vida y tiene que ver con sus principios éticos. Así, la conducta está basada en nuestra ética o moral, y esta a su vez se rige por nuestra visión de lo que es el bien o el mal.

Más allá de los conceptos filosóficos, la aproximación budista a la conducta se basa en adoptar unos votos que guíen nuestro comportamiento. En el mahayana, la conducta incluye seguir los votos pratimoksha y del bodhisattva. 

  • Los votos pratimoksha incluyen no causar daño ni a nosotros ni a los demás para lograr la liberación personal, el nirvana, superando el ego personal.
  • Los votos del bodhisattva se apoyan en la compasión y tienen como misión acumular virtud y sabiduría para lograr la iluminación perfecta de todos los seres.

En el paramitayana —que es el vehículo que nos ocupa— la perfección de la conducta es un estado mental que anhela eliminar las acciones no virtuosas y los estados mentales nocivos porque la mente, los pensamientos, también tienen consecuencias.

La ética budista se basa en estar en armonía con la realidad, por lo tanto, no es una moralidad religiosa en la que un ser todopoderoso define qué es bueno y qué es malo. El Buddha señala simplemente la realidad y cómo funciona, y en la medida en que nosotros nos acoplamos a ella, funcionamos sin experimentar rechazo, resistencia o roces.

Así, el Buddha, con la conducta ética, está señalando la ley del karma como eje central sobre el que debe girar nuestro comportamiento. Los votos asociados a la conducta dirigen acciones y pensamientos para que no nos salgamos del sendero que nos hace progresar hacia la iluminación.

 

2.  La conducta como paramita

En el budismo, la conducta es uno de los tres entrenamientos superiores, también llamados Tripitaka o las tres cestasSutras o palabras del Buddha, Vinaya o reglas de conducta y Abhidharma o filosofía—. 

Tal como vimos anteriormente, para que la conducta califique como paramita tiene que estar inspirada por bodhichitta, respaldada por la comprensión de la vacuidad, la sabiduría que no conceptualiza las tres esferas —sujeto, objeto y acción— y sellada por la dedicación de méritos

Las cuatro cualidades que califican la conducta como paramita

Además, la conducta tiene que tener las cuatro cualidades:

  • Descartar su opuesto, que sería el no querer adoptar los votos o compromisos de conducta.
  • Comprensión de la carencia de existencia inherente de personas y fenómenos. La conducta nos vincula con la interdependencia y la ley del karma, y nos acerca a la verdad absoluta. Con la interdependencia aprendemos que nada tiene valor absoluto ni existencia independiente si no es según su contexto y relaciones.
  • Ser capaz de satisfacer las necesidades espirituales de los demás. La conducta propicia mantener una disposición abierta para poder ayudar a los demás de la mejor manera y de acuerdo a nuestras posibilidades.
  • Ayudar a progresar en el camino de tres formas:

1. Cambio de conducta. Esta es la parte más evidente, ya que cuando se toma un voto estamos cambiando nuestra conducta.

2. Interés en el camino espiritual. Adoptar votos nos ayuda a mantener la virtud. Y el hecho de adoptarlos y ver sus beneficios hace que tengamos más interés en seguirlos. Por otra parte, nuestra conducta también favorece el interés de otras personas por el Dharma.

3. Progreso en el camino espiritual. La conducta ayuda a apaciguar el cuerpo, la mente y a armonizarnos con el desarrollo espiritual. También nos apoya al eliminar el daño que causa nuestra mala conducta en otros.

Los siete apegos de los que la conducta tiene que estar libre

Y tiene que estar libre de siete apegos: 

  • A la mala conducta —por ejemplo, a mentir para el beneficio propio—. 
  • A posponer el compromiso de tomar votos o a la pereza.
  • A la satisfacción inmediata —a sentirnos satisfechos con los votos que hemos tomado pensando que ya es suficiente— o a la satisfacción de cierto logro. Debemos exigirnos lo infinito, no contentarnos con logros limitados.
  • A una recompensa en esta vida —que tomemos los votos esperando que nos reporten un retorno o beneficio en esta vida—. Así, nos enfocamos en plantar semillas blancas y, por tanto, en el presente.
  • A una recompensa en futuras vidas —que la adopción de votos la hagamos porque creamos que nos llevará a un renacimiento mejor—.
  • A estar apegado al opuesto de la paramita, la falta de compromiso con los votos. Quiere decir que no queremos deshacernos del hábito de actuar de forma negativa.
  • A estar apegado a las distracciones. Por una parte, que el seguir un voto sea algo que nos aleje de una motivación altruista; en este sentido, pensar que el tomar un voto nos pone por encima de los que no lo toman y, por lo tanto, nos pone por delante de los demás en la iluminación. Por otra parte, las distracciones pueden ser el pensamiento conceptual —que realmente hay un yo que toma los votos y que efectúa acciones de acuerdo con ello—.

3.  La práctica de la conducta

Su práctica se puede abordar teniendo en cuenta que es necesario empezar tomando por lo menos un voto y que debemos entrenarnos de manera gradual. Así, el tomar los votos hace que nuestras acciones virtuosas pasen de producir una virtud débil y recíproca a producir un karma trascendental.

Este karma trascendental nos llevará a una de las tres realizaciones o estados de la iluminación, por eso es muy importante tomar el control de nuestra vida para destronar al ego y, en lugar de rey, hacerlo ministro. 

Para desarrollar una buena conducta Sakya Pandita plantea empezar con objetivos realistas y entrenarse gradualmente en superar retos cada vez más exigentes. Y se puede aplicar en tres avenidas:

Objeto

Esto quiere decir ‘personas u objetos’ si hay cierta adicción. Así, empezamos por la persona con más cariño, más respeto y más confianza, y nos comprometemos, por ejemplo, a no mentirle, a no engañarle y, poco a poco, extendemos ese círculo a personas cada vez más alejadas

Tiempo

Aquí se refiere a la duración del compromiso. En este sentido la mejor manera de entrenarnos es por períodos de tiempo determinados, incluyendo a todos los seres, pero tomando solo un voto.

Naturaleza

Eso significa el tipo de voto, por ejemplo, no mentir o no cotillear.

En general, la idea de entrenarnos gradualmente es el lema del camino del bodhisattva, en el cual vamos sin prisa, pero con pasos firmes, avanzando hacia la iluminación. Siempre debemos exigirnos un pequeño cambio, una pequeña modificación que nos permita progresar.

4.  Los tres apoyos a la buena conducta

La conducta es una actitud mental que se ve reflejada en actos y palabras. Para tener una buena conducta necesitamos tener hábitos que nos ayuden a mantener la actitud mental correcta. La práctica del bodhisattva menciona tres soportes:

  • Recolección, que es el aspecto de la atención que recuerda lo que es virtuoso y lo retiene en la mente.
  • Vigilancia, el aspecto de la atención que vigila la mente y su relación con el objeto.
  • Cuidado es el estado mental que atiende a las aflicciones y las acciones provocadas por ellas, sabiendo qué adoptar y qué descartar.

 

Para entender estos tres apoyos la analogía clásica es la del viajero que llega a una posada y deja su caballo atado con una cuerda cerca de una ventana. El caballo es la mente. La cuerda que ata el caballo es la recolección que mantiene la mente segura, centrada en el objeto virtuoso. La vigilancia es el viajero que observa desde la ventana, de vez en cuando, que el caballo no se haya desatado de la cuerda. Y el cuidado es esa metaconciencia o actitud que se interesa por cómo está el caballo.

 


 

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