Imagen de Padmasambhava
(Guru Rinpoché), considerado padre del budismo tibetano.
TRADICIONES TIBETANAS
El budismo llegó al Tíbet por
primera vez en el siglo 5, cuando una recopilación de textos llego desde la
India. Estaban escritos en sánscrito, y no fueron traducidos al tibetano hasta
el reinado de Songtsän Gampo, que tenía dos esposas, una china y otra nepalí,
ambas budistas. La primera fue quien llevó al Tíbet la primera estatua de Buda.
Origen de las distintas escuelas
Muchas veces quienes no están
familiarizados con el budismo tibetano, al saber que hay distintas escuelas o
tradiciones, creen que hay algún tipo de enemistad o contradicción entre ellas.
No es así. La inmensa mayoría de enseñanzas entre unas tradiciones tibetanas y
otras son idénticas.
La diferencia está en el uso de
palabras distintas para un mismo concepto, algunas oraciones están dedicadas a
unas deidades en lugar de otras, o se estudia una misma cosa ya sea desde el
punto de vista de un ser iluminado o de un ser ordinario. Pero en cuanto al
fundamento, todas son prácticamente idénticas.
Con la llegada del Dharma y las
prácticas de Tantra desde la India, de mano de Padmasambhava (más conocido como
Gurú Rinpoché) hacia el año 750, el budismo tibetano no tuvo apenas diversidad.
Puede que la única excepción fuesen los practicantes de Bön, una antigua
religión indígena que poco a poco fue empapándose del budismo. Así pues, el
linaje de Gurú Rinpoché fue conocido como Nyingma (“escuela de
traducción antigua”).
Hacia el año 1000, Tíbét ya era
un país profundamente budista, pero se echaba en falta más base teórica e
incluso los maestros llegaron a tener diferencias y sentirse confusos. Tras
enormes sacrificios y penurias, por fin el rey consiguió traer desde la India
al gran maestro Atisha, quien explicó todas las enseñanzas del Buda, despejando
dudas y sentando las bases de una práctica correcta, apareciendo todo un nuevo
linaje de maestros que se dieron a conocer como tradición Kadampa.
Poco después, del linaje de los
grandes maestros Gampopa, Milarepa, Marpa y Naropa, apareció la tradición Kagyu,
que se divide en distintas sub-escuelas
También, apenas cincuenta años
después de la llegada de Atisha al Tíbét surgió la tradición Sakya,
linaje que se remonta a las enseñanzas de Virupa. A su vez, de la tradición
Sakya surgió otra tradición minoritaria, la Jonang.
Hacia el año 1400 uno de los
maestros más destacados de la historia, Lama Tsongkhapa, tomó todo el grueso de
las enseñanzas que había presentado Atisha casi cuatro siglos atrás,
reformulándolas de forma que pudieran estudiarse y practicarse según un
esquema, un orden específico.
Este extenso trabajo de
reorganización de todas las enseñanzas budistas se dio a conocer como Lam Rim
Chen Mö (“Gran tratado de los estadios en el camino a la Iluminación”). Supuso
una revolución comparable a la del propio Atisha tiempo atrás. Los llamados
maestros Kadampas se dieron a conocer ahora como tradición Gelugpa,
convirtiéndose en una de las escuelas más populares, especialmente desde que el
gobierno tibetano fuese dirigido por uno de sus miembros, S.S Dalai Lama,
manifestación de Chenrezig, el Buda de la Compasión. La institución de los
Dalai Lama fue enormemente reverenciada desde un primer momento, hasta el punto
de recibir un enorme respeto y devoción por parte de todas las escuelas
tibetanas.
Aparte de esta clasificación,
también existe el llamado movimiento Rimé, que promueve la interacción entre
las distintas tradiciones sin atenerse a ninguna en particular. Su Santidad el
Dalai Lama, aunque pertenece a la tradición Gelugpa, siempre ha alentado la
colaboración entre distintas escuelas, y hace pocos años anunció que al menos
por lo que a él respecta, Bön y Jonang también serían consideradas tradiciones
budistas tibetanas, además de Nyingma, Kagyu, Sakya y Gelugpa.
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