ཨོཾ་མ་ཎི་པ་དྨེ་ཧཱུྃ།

miércoles, 29 de mayo de 2019

Costumbres de cortesía





Costumbres de cortesía
A diferencia de los monjes, que tienen algunos preceptos específicos en este sentido, los laicos no tenemos ningún compromiso a la hora de comportarnos delante de otras personas, más allá de las costumbres propias de nuestra cultura.

De todos modos, se supone que hemos decidido esforzarnos en alcanzar la iluminación con el objetivo de beneficiar a todos los seres sintientes, y qué menos que empezar por ser considerados con ellos. Intenta comportarte con propiedad según la situación y se considerado con los demás. Intenta desarrollar esta actitud, no porque “lo dice mi religión”, ni por temor a acumular karmas negativos por no hacerlo, ni para sentirte orgulloso de ser una persona estupenda, sino porque de corazón sabes que es lo correcto. Recuerda que esto es aplicable también a otros seres sintientes, incluidas mascotas, insectos, etc.
Caso aparte merecen las costumbres que deben observarse dentro del ámbito budista, como cuando visitamos un centro o estamos en presencia de un lama. Vamos a verlo.
  
En la gompa
-Cuando entres en una gompa (la sala principal de un centro budista o monasterio, donde está el altar, se hacen las prácticas, etc.) debes quitarte los zapatos siempre, incluso cuando no se está llevando a cabo ninguna actividad, estés tú solo o tengas que entrar sólo un momento. Esto también se aplica a cuando haces algo en tu altar personal: Presentar y retirar los ofrecimientos, limpiarlo, permanecer delante por cualquier motivo…
-Nada más entrar, en cuanto te sea posible, haz tres postraciones en dirección al altar. Lo mismo cuando la práctica ya haya terminado y vayas a salir hasta otro día. Si necesitas salir un momento, por ejemplo, al baño, no es necesario postrarse. Basta con intentar no dar la espalda al maestro según te diriges hacia la puerta.

-Compórtate en la gompa. A nadie se le ocurriría estar en una iglesia o una mezquita riéndose a voces, escuchando música, bostezando mientras se estira o jugando con el móvil. En un templo budista ocurre lo mismo. Intenta llegar con unos minutos de antelación. Si todavía queda un poco hasta la hora de empezar la práctica o enseñanza, puedes preguntar si hace falta algo (colocar los cojines, repartir textos…), acercarte con respeto al altar para mirarlo o sentarte a esperar sin más. No pasa nada por hacer alguna pregunta o charlar cualquier otra cosa, pero si eres nuevo, no conoces a nadie o simplemente no tienes nada que decir, limítate a tomar asiento y esperar. Charlar de frivolidades en este momento se considera inapropiado.

-Tan pronto como te descalces y vayas a entrar, pon el móvil en silencio y olvídate de él. No pasa nada por tenerlo a mano si quieres grabar en audio una enseñanza (pregunta antes si se puede) o mirarlo un momento de forma discreta si de verdad necesitas estar pendiente por algún asunto personal grave. Si no es así, es mejor dejarlo guardado y siempre en silencio (no en vibración).

-Es posible que quieras sentarte en primera fila. Esto está bien, porque se considera inapropiado que delante del maestro haya asientos vacíos, pero antes asegúrate de que el asiento no está reservado, especialmente si en el centro hay más monjes aparte del lama.
-En caso de haber monjes o monjas que hayan dejado alguna prenda para reservar el asiento y necesites moverte de un sitio a otro, ten cuidado de no pisar sus hábitos ni pasar por encima. Da un rodeo.

-Cuando ya es la hora y el lama está a punto de entrar, debes ocupar tu sitio y esperar de pie y en silencio. Cuando entre guarda silencio, inclínate ligeramente (lo ideal es que tu cabeza esté más baja que la suya) y ten las manos unidas (según la costumbre tibetana, haciendo un hueco y guardando los pulgares dentro). Se dará la vuelta hacia el altar, se cubrirá los hombros con su zen (el chal grande de su hábito) y hará tres postraciones. A continuación, se sentará en su asiento.

Tan pronto como lo haga, haz tres postraciones cortas rápidas y siéntate. Ten cuidado en este momento, porque a veces no hay demasiado espacio, has dejado tu bolso por medio, pisas sin querer el cojín, igual estáis muy cerca unos de otros… No te preocupes ni le des mayor importancia; son cosas que pasan. Al final de la enseñanza, tan pronto como el lama se levante, levántate tú también y permanece como al principio, inclinado y uniendo las manos. Espera así hasta que haya salido totalmente de la gompa.

-Cuando está presente el lama hay que sentarse igual que te sentarías para hacer meditación, ya sea en la postura del loto completo o sencillamente con las piernas cruzadas. Si estás incómodo o se te duermen las piernas y necesitas moverte, puedes hacerlo de forma discreta y en silencio, pero nunca estires las piernas en dirección al altar. Eso si se trata de una enseñanza, donde el ambiente es más distendido. Si estáis haciendo una práctica, con sus oraciones y demás, no deberías cambiar de postura. En general, no deben estirarse las piernas mostrando los pies al altar, el maestro, textos o cualquier otra representación de las Tres Joyas.

-Muchos centros disponen de una pequeña mesita donde colocar el texto. Tanto si tienes mesita como si no, nunca debes dejar un texto o imagen de Dharma sobre el suelo ni sobre el asiento. Aunque sólo sea un folio con una foto o un pequeño texto o mantra. Si no tienes dónde ponerlo, tenlo en tus manos y trátalo con cuidado. Si se cae al suelo por accidente, recógelo inmediatamente y llévatelo a la coronilla brevemente en señal de respeto. Esto es igual para cualquier representación de las Tres Joyas. Si hay algún libro de oraciones o similar, es muy adecuado llevárselo a la coronilla brevemente al sentarte y cuando ya no vaya a hacer falta.

-Si llegas tarde a una enseñanza no es necesario que pidas disculpas por el retraso. Limítate a guardar silencio para no interrumpir. Haz las tres postraciones si hay sitio y toma el último asiento que haya disponible. No ocupes asientos vacíos que pueda haber en las primeras filas a no ser que te lo pidan expresamente.



Cara a cara con el lama (fuera de la gompa)
Si te encuentras con un lama fuera de la gompa de forma puntual, para saludarle basta con unir las manos e inclinar la cabeza ligeramente. Si estás sentado, es el maestro residente y ya os conocéis mutuamente, con dedicarle una sonrisa y unir las manos es suficiente y no es necesario que te levantes. Cuando se trata de un maestro invitado que visita el centro de forma puntual o es alguien especialmente importante sí deberías incorporarte.
Inclinarse es lo habitual, pero cuando se trata de un maestro de especial consideración, como puede ser un lama reencarnado, tu gurú raíz, el Dalai Lama, etc. se considera importante mantener tu cabeza por debajo de la suya. Puede haber excepciones, como que os hagáis una foto en grupo al final de una enseñanza. En momentos así no pasa nada si estás por encima, pero si puedes evitarlo y permanecer por debajo, se considera una muestra de respeto y devoción.

Muchos practicantes, si están durante unos momentos en la misma habitación que un maestro -sobre todo si es un alto lama- y no tienen nada que hacer en ese momento, prefieren permanecer ligeramente inclinados y uniendo las manos en señal de respeto.
Cuando un lama, sobre todo si ya os conocéis, está sentado -en una silla, sofá o similar- y te pide que te sientes con él para explicarte algo, o quiera tenerte a su lado por cualquier razón, puedes hacerlo de forma respetuosa, con las manos unidas, sobre las rodillas, sujetando tu mala o similar. Nada de reclinarte hacia atrás o separar mucho las rodillas de forma vulgar.

Cuando se trata de una situación más formal -por ejemplo, has solicitado reunirte con él porque necesitas consejo- o bien es un lama a quien no conoces, o un maestro importante y te pide que estés con él, si las circunstancias lo permiten es posible que prefieras no sentarte a su altura, sino quedarte en el suelo, ya sea de rodillas o sentado. En estas ocasiones especiales, como haber pedido audiencia en privado, lo propio es hacer tres postraciones cortas y ofrecerle una khata.

Cuando recibes a un lama que ya te conoce y quieres saludarle de forma especialmente cariñosa, porque hace tiempo que no os veis, os vais a despedir porque se va de viaje o algo por el estilo, lo habitual es acercarse tendiéndole tus manos (sin llegar a estirar los brazos) para que te las coja. Es posible que él acerque su frente a la tuya unos momentos. En la cultura tibetana, es el equivalente a un abrazo.

Ofrecimientos y regalos
En ocasiones especiales es posible hacer al maestro algún ofrecimiento o regalo. En la cultura tibetana existe la tradición de ofrecer una khata. Es una pieza alargada de seda, generalmente blanca, que se sujeta por el centro con ambas manos. Al acercarte al lama, él la coge y te la pone alrededor del cuello. Aunque a muchos maestros no les importa que guardes la khata poco después o se la prestes a otra persona, otros insisten en que no debe hacerse y consideran muy importante que la conserves puesta durante el resto de la velada hasta después de despediros.

La khata puede ofrecerse en cualquier momento, pero no tengas prisa ni es necesario que seas insistente: No la saques en cuanto el lama entra por la puerta de la calle; espera a que esté dentro más relajado. Y si ves a tu maestro cada poco día, puede que ofrecerle la khata cada vez que os encontráis sea excesivo. Déjalo para ocasiones más puntuales. Por ejemplo, muchos centros ofrecen cada cierto tiempo una enseñanza concreta que dura un fin de semana y termina con alguna iniciación. Un momento apropiado para ofrecer khatas es al final de estas prácticas.

La misma ocasión puede aprovecharse para entregar al maestro un regalo, ya sea por separado o presentándolo junto con la khata. Lo mejor es ofrecer algo relacionado con el Dharma, bonito o preciado, como una estatua pequeña de Buda, un paquete de incienso…
Los centros aprecian mucho si llegas con algún ofrecimiento de comida, como galletas, bollería, fruta, zumitos… sobre todo cuando se hace la práctica de Lama Chöpa, una puja que incluye el ofrecimiento del tsog y que finaliza compartiendo esta comida entre todos. Puedes entregar estos ofrecimientos a alguien para que los ponga en el altar, o hacerlo tú mismo. Si tienes confianza, puedes pedirle a alguien un cuenco o similar y colocarlo de forma bonita. Si no la tienes o ya se está haciendo tarde, puedes colocarlo en el altar tal cual, sin abrir el envoltorio. Nunca ofrezcas nada de origen animal ni alcohol.

En cuanto a dinero, los monjes no suelen tener más ingresos que los donativos que reciben. Si al final de una práctica, curso, etc. quieres ofrecerle al lama algo en metálico (para él, aparte de que para el evento ya hayas hecho una aportación al centro) debes presentarlo siempre en un sobre y sujetándolo con ambas manos.

Cómo dirigirte a los monjes
Hay monjes y monjas que deciden hacerse llamar por su nombre laico y otros por su nombre de Dharma. En cualquier caso, cuando hablamos o escribimos sobre ellos lo habitual es darles trato de “Venerable”: Venerable Antonio, Venerable Tenzin, Venerable María, Venerable Thubten…

Si en un momento dado necesitas llamar a un monje para decirle algo y no sabes cómo se llama, puedes llamarle getsul-la (hombre) o getsulma (mujer) si es novicio, o gelong-la (hombre) o gelongma (mujer) si son monjes totalmente ordenados. De acuerdo: ¿Y si no tengo ni idea? No te preocupes: Antes que monjes son seres humanos. Ellos también responden al socorrido “¡Perdona!” En cualquier caso, dirígete a ellos / ellas con respeto. No es necesario inclinarte, pero intenta evitar cosas como llamarles levantando la voz, de forma irrespetuosa (“¡Eh, oye, tú!”), interrumpirles, acercarte cuando están hablando con un maestro, etc.

En el caso de las monjas, tanto si son novicias como plenamente ordenadas, su nombre lleva el prefijo Ani. Puedes dirigirte a ellas de forma genérica como Ani-la: “Ani-la, ¿puedes venir un momento?”

En caso de los maestros, si acudes a una enseñanza suya seguramente ya habrás leído en algún sitio o te habrán dicho su nombre. Aunque puede haber excepciones, los lamas de tradición gelugpa llevan la palabra Geshe antes de su nombre: Geshe Lobsang Tendar, Geshe Thubten Ngawang… Para dirigirte a ellos, puedes llamarles Geshe-la: “Muchas gracias por todo, Geshe-la”. Los lamas de tradición Nyingma, Kagyu y Sakya no se denominan Geshe, sino Khenpo.

Cuando el nombre de un maestro lleva al final la palabra Rimpoché (“precioso”) significa que es un lama reencarnado. Es decir, cuando murió en su vida anterior, ya era un maestro budista tibetano. Aunque no es importante saberlo y de hecho casi nunca se especifica, hay dos tipos de rimpoché: Los tulku y los yangsi. Los tulkus suelen ser monjes que toman la ordenación siendo niños y en un momento dado son identificados como reencarnación de un maestro (Gomo Tulku Rimpoché, Ahbay Tulku Rimpoché…). Por su parte, los yangsi son reencarnaciones de lamas que, en el momento de su muerte, gracias a sus altas realizaciones, incluso teniendo la posibilidad de salir del Samsara, decidieron deliberadamente reencarnarse para seguir beneficiando a los seres. (Dilgo Kyentse Yangsi Rimpoché, Kalu Yangsi Rimpoché…)

También, aunque no es tan frecuente, si antes del nombre se les denomina Kyabje (“maestro”) es que además de ser un lama reencarnado, es considerado un lama especialmente querido o influyente: Kyabje Lama Zopa Rimpoché, Kyabje Pabongka Rimpoché… Para dirigirte a ellos directamente, puedes llamarles Rimpoché.

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