ཨོཾ་མ་ཎི་པ་དྨེ་ཧཱུྃ།

jueves, 14 de febrero de 2019

El mantra de Manjushri agudiza las funciones cognitivas, según un estudio

Manjushri

Según una investigación dirigida por la doctora Deepika Chamoli Shahi, los niños mejoran las funciones cognitivas del cerebro al recitar el mantra de Manjushri, el Buda de la Sabiduría.

El estudio concluye que “el mantra de Manjushri Naranja es capaz de mejorar varias funciones cognitivas, como al realizar tareas específicas, originalidad creativa y razonamiento perceptual, en grado muy superior al de trabalenguas no espirituales.

En colaboración con la Universidad de Amity y Su Santidad Drikyung Kyabgong Chetsang Rimpoché —sostenedor del linaje Drikyung Kagyu— las pruebas se coordinaron desde Mom’s Belief, una clínica de Delhi especializada en el diagnóstico, investigación y tratamiento del TDAH (Trastorno por Déficit de Atención y Hiperactividad) y el autismo.

Como test adicional, se comprobó si la concentración varía según la altitud, por lo que repitieron las mismas pruebas con niños de entre 8 y 13 años divididos en cuatro grupos: Desde los que viven casi a nivel del mar, hasta los que residen entre 3.300 y 3.800 metros de altitud, aproximadamente. Cada grupo estuvo formado por cuarenta y cinco jóvenes, que no sólo se clasificaban según la altitud, sino que formaban tres grupos de control.

Los niños del primer grupo de control tuvieron que practicar trabalenguas sin sentido quince minutos al día durante un mes. Son trabalenguas a los que recurren los profesionales para ayudar a los niños que necesitan mejorar su atención, concentración, funciones cerebrales, motoras, dicción, etc.
En el segundo grupo, los niños debían hacer lo mismo, pero en lugar de recitar un trabalenguas sin sentido, pronunciaban el mantra de Manjushri: OM ARA PATSA NA DI.




El mantra en caracteres tibetanos.
 
Por su parte, el tercer grupo eran también niños de ocho a trece años que recitaron el mantra, con la diferencia de que no eran escolares sino monjes budistas que ya llevaban al menos un año recitando el mantra, recibiendo enseñanzas, estudiando y meditando sobre sus características.

Antes de empezar ese mes de recitaciones y de nuevo al finalizar, a todos ellos se les realizaron distintas pruebas sobre razonamiento perceptual, velocidad de procesamiento y creatividad. A excepción de los monjes, cuyos resultados fueron registrados al principio pero no después (porque ya tienen experiencia en recitar el mantra y es algo que hacen de forma rutinaria).


Además, se les realizaron tests de Malin (una adaptación oficial para India de los mismos métodos que establece la Escala Wechsler de Inteligencia Infantil) y de Baqer Mehdi para creatividad no verbal.

En cuanto a la diferencia de altitud, el estudio muestra que el índice de velocidad de procesamiento (es decir, el tiempo de reacción) es más alto en los niños que viven a nivel del mar que en los niños que viven en las montañas. Es decir, el cerebro de los primeros reacciona más lentamente y el de los segundos está más alerta. También se ha tenido en cuenta que en el primer caso los niños viven en entornos urbanos, mientras que los últimos tienen más contacto con la naturaleza y llevan vidas más tranquilas, lo que facilitaría su mayor capacidad de respuesta y concentración.

Para el conjunto de los tres grupos, las funciones cognitivas más complejas, según la taxonomía de Bloom método que observa los factores de recordar, comprender, aplicar, analizar, evaluar y crear resultaron tener un mejor rendimiento en los niños de las montañas. Cuando el mismo método se aplicó a los niños que habían estado recitando el mantra de Manjushri, independientemente de a qué altitud estuviesen, resultó que los valores eran mejores que en quienes sólo recitaron un galimatías. En resumen: En igualdad de condiciones, es más beneficioso para su cerebro si los niños recitan este mantra que si recitan otras palabras o frases utilizadas de forma habitual con ese mismo propósito, incluso cuando no tienen ni idea de qué están pronunciando.

Recitar el mantra de Manjushri es una costumbre muy habitual entre los monjes que viven en los monasterios y sus cualidades se detallan en el Abhidharma, la tercera sección del Cánon Pali. Suele recitarse tan pronto como uno abre los ojos al despertar por la mañana, a menudo prolongando la recitación de la última sílaba: “Om Ara Patsa Na Di – Di – Di – Di – Di…”

Manjushri (“Yam-pel-yang” en tibetano) es conocido desde su aparición en los sutras Mahayana, donde está presente como bodisatva. Aunque su iconografía puede estar abierta a variaciones, habitualmente se le representa con aspecto juvenil y radiante, sosteniendo con su mano izquierda un libro con los sutras de la Perfección de la Sabiduría con su mano derecha una espada en llamas: La sabiduría con la que cortar la ignorancia, raíz de todo sufrimiento. Como explica una inmensa cantidad de enseñanzas budistas, no se trata de una sabiduría convencional, sino de la sabiduría que comprende la vacuidad y la percibe de forma directa, un logro conocido como Suñata.

Manjushri aparece en gran número de aspectos pacíficos, semi-airados o totalmente airados, siendo Yamantaka una de las formas más conocidas. Varios grandes maestros han estado vinculados muy directamente a Manjushri o han sido considerados emanaciones suyas. Entre ellos el Rey del Dharma Trison Detsen, Lama Tsongkhapa, Sakya Pandita y Dzongsar Khyentse Rinpoché.

Deepika Chamoli Shahi, autora del estudio, es doctorada en la Universidad de Amity, psicóloga clínica en Mom’s Belief y practicante budista. Los resultados del estudio se han publicado en un artículo para los suscriptores de Questia, bajo el título “The Effect of Mantra Chanting on the Performance IQ of Children”

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