¿Estoy haciendo lo correcto o me estoy autosaboteando?
Los humanos constantemente nos preguntamos
¿Estoy haciendo lo correcto?, ¿Es realmente esto lo que más me conviene?, ¿Me
estaré equivocando?, son preguntas que no tienen fácil respuesta pero sí podemos
utilizar métodos para evaluar si nuestras acciones son o no las que deberían.
Muchas veces tendemos a realizar conductas
autodestructivas o auto-sabotearnos, frecuentemente de forma inconsciente o
como parte de patrones establecidos de conducta que repetimos sin saber muy
bien porqué. Hoy vamos a dar un par de consejos para evaluar nuestros actos y
decisiones y poder saber si realmente nuestra decisión es la que más nos
conviene o si deberíamos cambiar de estrategia y plantearnos cambiar lo que estamos
haciendo. Las malas decisiones pueden parecer divertidas a veces o incluso
llevar a grandes historias que contar, pero en la vida real, lo que nos traen
son más problemas. Saber tomar una buena decisión es el aspecto esencial de
nuestra supervivencia y la base de todo lo que queremos conseguir.
El método que os recomiendo es haceros un par de
preguntas antes de tomar una decisión o de hacer algo. Con esta serie de
preguntas podéis evaluar diferentes aspectos asociados a la decisión y a la
conducta que os permitirán saber si necesitáis cambiar de estrategia.
1. ¿La decisión que tomas, la tomas
activamente o estás en modo piloto automático?
El piloto automático va muy bien para las cosas
cotidianas del día a día como conducir el coche o limpiar la casa. Pero para
decisiones importantes es un buen enemigo. Las decisiones automáticas son
repeticiones de patrones (que funcionaban en otros momentos pero probablemente
en este no) y no son sopesadas correctamente. Las decisiones importantes
deben ser pensadas y racionadas. De la misma forma las decisiones rápidas y
sin pensar pueden estar guiándose por instintos primarios o por la
impulsividad. Estos son enemigos de las buenas decisiones. Si yo hago algo
sin control por un impulso o un deseo fuerte que tenga puede que a la larga eso
me traiga problemas y lleve consecuencias negativas para mí y para los demás.
La idea es dejar un tiempo prudencial, si tengo un impulso contar hasta diez y
sopesar los pros y los contras y las posibles consecuencias negativas que esa
conducta vaya a tener.
Lo correcto es que todas tus decisiones sean tomadas
activamente de forma racional y sopesada, eso aumenta mucho la probabilidad de
que aciertes en tomar la mejor decisión y no te equivoques siguiendo patrones disfuncionales.
No hagas nada porque sí o sin saber por qué.
2. ¿Estás haciendo lo más sano o lo que es
más fácil?
No es infrecuente engañarnos de que la decisión
más fácil es la más correcta. Pero analicémoslo en profundidad:
Lo más fácil no siempre es lo mejor, a veces coinciden ambos pero sin duda es
algo para pararse a pensar. Nuestro cerebro es muy listo, y es capaz de
razonarnos de mil formas que lo más fácil es lo que mejor nos viene.
Somos bastante perezosos y nos gusta creer que hay soluciones fáciles y
buenas (y las hay, pero no todas). Si te paras a pensarlo poco a poco, ¿Es
realmente esta decisión la mejor de todas o puede que haya una más correcta y
más sana aunque nos lleve más esfuerzo? Puede que incluso la decisión no sea
mala pero por miedo, falta de motivación o ganas escojamos una buena pero no la
más buena de todas porque esa requeriría mucho más esfuerzo. ¿Has sopesado todo
ello?
Por ejemplo hay gente que sigue en una relación que no
le hace feliz por falta de energía para tomar una decisión o por miedo a estar
solo o a pasarlo mal. Toda decisión (sí, yo diría que casi toda) tomada en
base al miedo va a ser una equivocación. La rutina, seguir la corriente y
quedarse con lo que uno tiene, rollo “más vale pájaro en mano que ciento
volando” o “mejor lo malo conocido, que lo bueno por conocer” no van a traernos
felicidad y serán una decisión equivocada. No te conformes con lo fácil,
¡busca lo mejor!
3. ¿Estás pensando a corto plazo o a largo
plazo?
Los humanos somos dados a buscar la gratificación
inmediata, somos muy hedonistas. Pero a veces se requiere un largo sacrificio
hasta alcanzar una recompensa mayor. Guiarse siempre por metas a corto plazo
hace que perdamos de vista el objetivo mayor, el logro vital que
realmente nos interesa.
Referente a este tema hubo un experimento en el que se
trabajó con niños, se les dejaba solos en una habitación y se les decía
que si no se comían la chuchería que tenían delante se les daría luego más,
aquí vemos de forma simple un ejemplo de demora de la gratificación. En la vida
real de adultos el saber demorar las gratificaciones nos permitirá obtener
mayores beneficios. Debemos saber rechazar una chuchería si nos la ponen
delante, si ello interfiere con otros objetivos.
Siempre que hagas algo piensa porqué lo haces, ¿Qué
buscas con esa conducta? ¿Es una conducta que te acerque a tus objetivos
vitales de alguna manera, que te ayude a acercarte más a lo que deseas y que
sigue el camino de tus valores y tus metas a largo plazo? o por lo
contrario ¿Es algo que si bien te dará beneficios inmediatos o soluciones rápidas,
en realidad no hace nada por tus objetivos vitales o incluso te aleja de
ellos? Pensar a
corto plazo puede traer problemas a largo plazo. Hay que tener en cuenta ambos
factores claro está. Habrá situaciones que solo implicarán consecuencias a
corto plazo y no afectarán a las a largo plazo, pero esto no lo podemos saber
hasta que lo sopesamos.
4. ¿Crees en el cambio y que este traerá
mejoras?
Frecuentemente tomamos malas decisiones por falta
de confianza en nuestras capacidades. Si tu no crees ser capaz de hacer
algo mejor, algo más difícil pero que de más beneficios, entonces no lo harás. Si
el cambio te asusta y prefieres repetir siempre lo mismo te estás cerrando
muchas puertas y es cuando se repetirán los mismos patrones de problemas una y
otra vez. Si una solución no te funciona, ¿No es lo más lógico probar una
diferente y nueva? Si repites siempre lo mismo, lo mismo es lo que siempre
obtendrás.
Cuando uno pierde la esperanza su forma de pensar se
deteriora, perdemos creatividad, se nos ocurren menos ideas, nos desmotivamos y
todo ella lleva a pobres decisiones. ¡Por eso no debes pensar nunca que no hay una
solución! siempre debes pensar que hay más opciones y que eres capaz de
solucionar el problema, este factor es muy importante. Nadie va a intentar nada
si anticipa ya de antemano que va a fracasar.
¿Te sientes desesperado o superado? ¡Pide ayuda a
alguien! La solución no tiene por qué ser tomada en solitario, si ves
que no vas a buen puerto o crees que por tu estado emocional te puedes
equivocar de decisión pide ayuda o consejo a un amigo, incluso puedes pedirle a
alguien que te ayude a contestar estas preguntas. Tal vez la mejor solución sea
la que implique ayuda externa, apoyo emocional, ayuda económica o una mano
obrera.
5. ¿Te estás aislando?
Normalmente (habrá excepciones) si la decisión que
quieres tomar te va a alejar de los demás, aislar o separara de alguien, a no
ser que esa persona sea el problema (por ejemplo apartarte de una persona
tóxica o que te hace daño), lo más seguro es que tengas que revisar esa
conducta. Si lo que vas a hacer va a separarte de tus amigos, tu familia, tu
pareja, eso de por si es un fuerte indicador de que puede ser una mala decisión,
de la que me arrepentiré y además luego estaré sola para solucionarla. Si tu
conducta va a hacer daño a alguien que quieres, perjudicar a otros o hacer que
piensen mal de ti y se alejen, entonces no es una buena decisión.
Si eres tu contra el mundo, todo el mundo te advierte
que la decisión que vas a tomar es una equivocación y están fuertemente en
contra, tal vez deberías revisarla y evaluar cuanto de realidad hay en ello. De
nuevo si pierdes más de lo que ganas no vale la pena, y aunque en un momento
concreto no te lo parezca, la pérdida social es una perdida grande e
importante que realmente poco (o nada) va a compensar lo suficiente.
De la misma manera si haces algo que te avergüenzas en
reconocer o admitir ante los otros, guardas secretos o mientes eso te alejará
de los demás e implica que la decisión puede haber sido equivocada, cosa que
frecuentemente sabemos. Muchas veces ocultamos lo que hacemos porque sabemos que es (o fue) una
equivocación pero no estamos preparados para admitirlo. Eso son señales
de que hay cosas que trabajar antes de tomar la decisión.
¿Te pones a la defensiva cuando los demás te dan
consejos o debaten tus decisiones? En parte es normal pero también implica que
sabes que hay un problema y por ello reaccionas así. Eso puede alejarte de los
demás, piensa que seguramente intentan ayudarte porque les importas. No reacciones
siempre cerrándote en banda, aprovecha para obtener información
externa. Muchas veces las malas decisiones provienen de problemas más
profundos, personales, que no hemos trabajado. Y frecuentemente es una mala
decisión la que nos hace ver que ese problema existe.
De la misma forma debes tener en cuenta que tienes que
hacer lo que tú quieras y te convenga a ti. Tampoco sirve que siempre hagas lo
que los demás quieren o esperan de ti si eso no es lo que más conviene en esa
situación. No se trata de dejarnos manipular o convencer, ni de ser pasivos
al respecto o de siempre callar. Sino de tener otras opiniones en cuenta, sin
pisar las propias.
6. ¿Qué peso han tenido tus emociones en la
decisión?
Frecuentemente confundimos las emociones con
realidades y esto nos lleva a errores de juicio. Sentirte herida, no quiere
decir que la otra persona te haya agredido. Hay que sopesar. ¿Qué peso ha
tenido mi interpretación de lo sucedido?, ¿Tenía intención la otra persona de
hacerme daño?, etc… Porque yo reaccionaré diferente hacia alguien si pienso que
cometió un error a diferencia de si pienso que me ha agredido
intencionadamente.
Nunca debes tomar decisiones en momentos de emoción
intensa o alta, porque nuestra cabeza no funciona bien en estas situaciones y
se restringen mucho las opciones de encontrar una solución correcta. Lo ideal es posponer la
decisión hasta que la emoción baje un poco en intensidad, hasta que seamos
racionales. Tomar decisiones en base a enfado, ira, desesperanza, miedo,
ansiedad, euforia, asco, etc… Nos llevará a arrepentirnos luego, pues la
decisión la habrá tomado esa emoción y no nosotros. Y cuando la emoción no
esté, solo quedaremos nosotros con esa equivocación a solucionar.
¿Cómo es una mala decisión pues?
Es una decisión automática, guiada por impulsos y
emociones, poco razonada, basada en metas o beneficios a corto plazo, rápida y
fácil, sin tener en cuenta a los demás, aislándonos, basada en cosas que ya
hemos hecho y no han funcionado y poco sana.
Estás decisiones son autodestructivas y
auto-saboteadoras (porque es un daño que nos infligimos nosotros solitos al
tomar malas decisiones vitales).
¿Cuál es el proceso correcto?
Si quieres mejorar tus decisiones y elecciones vitales
debes trabajar tus estrategias de afrontamiento y tu solución de problemas.
Sopesar y retrasar una decisión cuando las emociones y los sentimientos nos
dicen otra cosa, no es fácil. Es difícil romper con mecanismos de conducta
fuertemente instaurados, malos hábitos. Pero no es imposible. Tan solo requiere
de práctica y de conocer algunas técnicas. Por ejemplo hacer listas de pros
y contras, consultar a terceros las opciones, buscar e informarme sobre el tema
antes de tomar decisiones, hacer lluvia de ideas y luego calificarlas, etc… Ten
muy claras tus prioridades y nunca hagas nada si no tienes claro por qué lo
haces. Todo debe tener su razón de ser y tú debes conocerla.
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