La ciencia de elegir los materiales
primarios respectivos y preparar con ellos los medicamentos, se remonta a la
época romana. El proceso de la obtención de los mismos era bastante complicado,
interviniendo varios grupos de profesionales. Los herbarii se dedicaban
a la recolección de los materiales medicamentosos del reino vegetal; los splasiarii
vendían las drogas para los medicamentos, pintura, perfumería y tintorería; los
farmacotribes quebrantaban y mezclaban las drogas entre sí, pero no las
aplicaban; los almacenes de medicamentos, considerados éstos desde la general
acepción de remedios y venenos (medicamentun), se denominaban Apotheca.
Los fharmacopolas
vendían medicamentos que no habían preparado, dividiéndose en dos grupos según
ejercieran su industria en forma ambulante (circulatores) o en puestos
fijos (selludarii); los farmacopeus eran los vendedores de
venenos, y los farmaceutce, los médicos que trataban las enfermedades
por el uso de medicamentos, ejerciendo la llamada medicina medicamentosa.
Todos estos vocablos se derivan a su vez etimológicamente de la voz griega Medicamento,
y después por corrupción y adaptación consiguiente han dado lugar al nombre
genérico de Farmacia.
La Farmacia ha sufrido un larguísimo ciclo evolutivo
antes de formar una ciencia autónoma y completamente desligada de las
profesiones, técnicas unas y empíricas las restantes, con las cuales formaba un
conjunto más o menos armónico. Tiene poca importancia el hecho de que formara
parte de la medicina en los tiempos remotos, si a tal circunstancia se hubiera
de dar capital valor; ninguna ciencia vio la primera luz aisladamente con
propia personalidad y particulares características. Ambas se consideraban en
los antiquísimos Imperios como artes sagradas y estaban bajo el secreto de hieráticas
instituciones.
Los papiros hieráticos
Las materias
médicas de la antigua civilización egipcia y su experiencia en las ciencias de
curar, nos han sido dadas a conocer gracias a los papiros hieráticos. El más
valioso de ellos es el de Smith (primera mitad del siglo XVII a.C.), copia de
otro más antiguo (2980-2700 a.C.), denominado papiro quirúrgico Edwin Smith.
Papiro de Edwin Smith
Por su
parte, en el papiro de Ebers, que se remonta a más de 1500 años a.C., existen
multitud de fórmulas que le dan aspecto de ser una codificación de las mismas,
o sea una recopilación de documentos desaparecidos de fechas mucho más
anteriores. En ellas se encuentran mencionados simples vegetales como el
cólquico, la escila, la genciana y productos de naturaleza inorgánica como las
sales de plomo y de cobre. Entre las formas farmacéuticas figuran cataplasmas,
con harinas de dátiles, de trigo, salvado, etc.; ungüentos con grasas que hoy
parecerían extravagantes, de león, hipopótamo, serpiente, cocodrilo, y ciertos
preparados como los aceites de opio y de castor. Para los embalsamamientos se
mencionan el cloruro y el carbonato sódico. Otros textos hieráticos, también
próximos en el tiempo al de Smith, son el papiro ginecológico de Kahun y Gurob.
Existen otros escritos o recetarios, pero que simplemente constituyen
colecciones de recetas que los alumnos copiaban en las escuelas de medicina.
Las mágicas recetas egipcias
La magia no
estaba ausente en muchas de las recetas egipcias. Se recurría a unas 400
materias primas que probablemente formaban parte de la farmacopea egipcia. Un
grupo estaba formado por sustancias de origen animal: carne, leche, sangre,
huevos, orina, excrementos...; otro grupo por sustancias de origen vegetal,
árboles y plantas: granado, olivo, palmera, cedro, higuera, ajo, cebolla,
eneldo, cilantro, loto, ricino, adormidera..., de las cuales se utilizaban
hojas, flores, raíces, frutos, resinas, aceites, madera, jugos, cenizas,
humo...; el tercer grupo lo formaban los minerales: plomo, alabastro,
antimonio, arenisca, sal, arcilla, etc.
Las referencias de Homero al arte con que los egipcios
componían drogas, inducen a relacionar Química con Chemi (tierra
negra), nombre antiquísimo del Egipto, donde la ciencia era designada con la
denominación de arte negro. En las regiones sumerias y orientales, las
ciencias químicas naturales habían alcanzado en remotísimos tiempos un grado de
adelanto no sospechado hasta épocas relativamente recientes. Los asirios, según
Jastrow, conocieron más de 100 drogas que dividieron en dos grandes grupos de orgánicas
e inorgánicas, atendiendo a su procedencia. A. Boissien cita otra lista,
existente en el Museo Británico, en la cual aparecen bastantes formas
farmacéuticas, preparadas muchas de ellas con el vino de dátiles.
El formulario terapéutico mesopotámico
El
formulario terapéutico mesopotámico, nos es conocido gracias a las tablillas en
escritura cunciforme con listas de drogas cuidadosamente redactadas en tiempos
de los sumerios. La medicina babilónica empleaba sustancias principalmente de
origen vegetal. El rey de Babilonia Mardukapalidine II (772-710 a.C.) mandó
construir un jardín donde se cultivaban 64 especies de plantas medicinales,
entre las que había algunas drogas de especial eficacia como el beleño,
eléboro, mandrágora, cáñamo, adormidera, etc.
El formulario mesopotámico, según R.C. Thopson, reunía
250 plantas, 120 sustancias minerales y 180 remedios de origen animal (algunos
de ellos todavía sin identificar). Muchos de estos productos también conocidos
en Egipto, fueron más tarde recuperados, especialmente por los árabes.
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