FUNCIONES DE LA
MEDITACIÓN
DETENER-SERENAR-DESCANSAR Y CURAR
La primera función de la
meditación es Detener.
La observación profunda nos
proporciona la clara visión y nos libera del sufrimiento y las aflicciones.
Pero sin detenernos no podemos tener una clara visión.
Muchas veces la energía de
nuestros hábitos nos arrastra sin que podamos hacer nada por evitarlo y no
sabemos dónde nos lleva. Siempre estamos corriendo, se ha convertido en una
costumbre. Estamos en guerra con nosotros mismos y podemos iniciar fácilmente
una guerra contra los demás.
Debemos aprender el arte de
detenernos, de impedir que nuestros pensamientos, la energía de nuestros
hábitos, nuestra falta de atención y las fuertes emociones nos sigan dominando.
¿Cómo detener el miedo, la desesperación, la ira y el deseo que sentimos?
Podemos lograrlo haciendo la práctica de respirar, andar y sonreír conscientemente
observándolo todo a fondo para poder comprenderlo. Cuando somos conscientes y
vivimos profundamente el momento presente, los frutos son siempre la
comprensión, la aceptación, el amor y el deseo de aliviar el sufrimiento y
proporcionar alegría. Pero la energía de nuestros hábitos es a menudo más
fuerte que nuestra voluntad. Decimos y hacemos cosas que no deseamos, y más
tarde nos arrepentimos. Nos causamos sufrimiento a nosotros mismos y a los demás.
Nos prometemos no volverlo a hacer pero reincidimos nuevamente.
Necesitamos la energía de la
plena consciencia para reconocer y estar atentos a la energía de nuestros
hábitos en el momento en que se manifiesta. La consciencia nos permitirá evitar
que los hábitos nos dominen. Bebemos una taza de té pero no somos conscientes
de que la estamos bebiendo. Nos sentamos junto a la persona que amamos pero
olvidamos que está allí. Envés de vivir el momento estamos en otro sitio,
pensando en el pasado o en el futuro. Debemos iluminar con la luz de la
consciencia todo cuanto hagamos para que la oscuridad que provoca la falta de
atención desaparezca.
La segunda función de la
meditación es serenar.
Cuando experimentamos una fuerte
emoción, sabemos que puede ser peligroso actuar, pero no tenemos la fuerza ni
la claridad suficientes para evitar hacerlo. Debemos aprender el arte de
inspirar y espirar serenando nuestras emociones. Debemos ser sólidos y estables
como un roble, a cual la tormenta no puede llevarlo de un lado al otro. Buda
enseñó muchas técnicas para serenar el cuerpo y la mente y observarlos
profundamente. Se resumen en 5 etapas.
1- Reconocer si estamos enojados.
2- Aceptamos lo que sentimos.
3- Abrazar nuestra ira con la
consciencia.
4- Observar profundamente, una
vez que nos calmamos, que es lo que provocó nuestra ira.
5- Obtener una clara visión de
las causas y condiciones primarias y secundarias que ocasionaron nuestra ira.
La tercera función de la
meditación es descansar.
Cuando meditamos sentados debemos
sumergirnos de forma natural hasta el fondo de nuestra postura de meditación,
descansando sin ningún esfuerzo. Debemos aprender el arte de descansar dejando
que el cuerpo y la mente se relajen. Si tenemos heridas en el cuerpo o en la
mente, debemos descansar para que puedan curarse. La meditación no tiene que
ser una ardua labor. Deja que tu cuerpo y tu mente descansen, no luches, no hay
necesidad de alcanzar nada. Buda dijo: "Mi Dharma es la práctica de la no
practica".
Practica de modo que no te canse,
de una forma que dé a tu cuerpo, a tus emociones y a tu consciencia una
oportunidad para descansar.
(Al decir "practica de modo que no te
canses" se refiere a toda actividad que realicemos, no solo al acto de
meditar.) Nuestro cuerpo y nuestra mente tienen la oportunidad de curarse a sí
mismos si les permitimos descansar. Detenerse, serenarse y descansar son las
condiciones previas para la curación. Si no logramos detenernos el curso de
nuestra destrucción seguirá en marcha.
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