Hay un refrán que dice: “el
infierno está lleno de buenas intenciones”. Y es que muchas veces, aunque
nuestros propósitos sean buenos, podemos hacerle daño a una persona a la que
precisamente estamos intentando ayudar.
Y todo esto es muy habitual,
desgraciadamente, en el ámbito de la salud mental. Donde desplegamos de forma
totalmente inconsciente nuestros prejuicios e ideas preconcebidas sobre lo que
significa el bienestar. Y donde tendemos a prejuzgar y aleccionar, insistimos,
en muchas ocasiones sin ser apenas conscientes de ello. Pensando que estamos
dando buenos consejos.
Antes de continuar con este
artículo, debemos tener muy claro que la depresión es un trastorno grave. Y que
en absoluto es pertinente banalizar sobre ello.
Cuando una persona sufre
depresión, no está atravesando un mal momento puntual que puede terminar si le
pone un “poco de empeño”. Tampoco se supera una depresión de un día para otro,
“animándote un poco”, o saliendo a “dar un paseo para que te dé el aire”.
Nadie elige tener depresión. Y
tampoco nadie puede entrar y salir de este estado simplemente porque “esté de
bajón”.
Por ello, si en tu entorno más
cercano conoces a alguien que esté pasando por una depresión, es importante que
seas consciente de que puedes estar a su lado y ofrecer tu apoyo sin miedo, sin
prejuicios y sin añadir más dolor a su situación.
Pero, ¿y cómo se consigue eso?
Vamos a analizar a continuación 10 frases que nunca debes decirle a alguien que
sufra una depresión. Gracias a estos ejemplos seguro que entiendes cuáles son
las claves para estar al lado de una persona que sufre y a la que quieres, sin
dañar sus sentimientos.
10 frases que no ayudan nada a alguien con depresión.
Aquí tienes algunos de los peores ejemplos sobre lo que puedes decirle a alguien que esté atravesando un proceso depresivo.
No parece que tengas una depresión.
Ante esta frase
(lamentablemente muy habitual), cabe preguntarse: ¿Y cómo debe vestirse, hablar
o comportarse una persona con depresión? En demasiadas ocasiones nos gana el
prejuicio de cómo debería ser la imagen ideal de una persona deprimida: triste,
hecha polvo, sin arreglar, sin sonreír, llorando constantemente…
Y no siempre es así. De hecho, te sorprenderías de la cantidad de gente deprimida que ves en tu día a día yendo al trabajo, atendiéndote en una tienda de ropa o colgando unas fotos súper guays en redes sociales.
La depresión tiene múltiples
caras. Y, del mismo modo que no siempre estás triste, animado, alicaído, con
ganas de salir de fiesta o sonriendo por sistema, las personas con depresión
son seres humanos como tú que pasan por diferentes estados de ánimo, en
diferentes grados, a lo largo de su día a día.
Además, tienes que tener en
cuenta que no todo el mundo exterioriza su malestar de la misma forma. Vivimos
en una sociedad en la que el dolor, la pena o la angustia se rechazan y se
evitan a toda costa. Por ello, puede ser muy difícil que veas a una persona que
sufre llorar de puertas para fuera. Sin embargo, de puertas para dentro, las
cosas son muy diferentes…
No entiendo por qué estás tan triste, ¡no tienes motivos!
Las causas de la depresión son múltiples, y pasan por factores genéticos, ambientales, circunstanciales y un largo etcétera. Este tipo de frases pueden hacer mucho daño, puesto que restan importancia o minimizan el dolor que sufre la otra persona. Invalidan, por lo tanto, los sentimientos y el sufrimiento de la persona a la que intentamos animar.
No valoras la suerte que tienes en la vida, por eso estás así.
Hay personas con mucho dinero, éxito, belleza y un largo etcétera de todo lo que socialmente se considera deseable, y viven con un vacío interno tremendamente doloroso. El prestigio social o la bonanza económica no nos libran de una enfermedad mental como la depresión, ¡ni mucho menos!
Este tipo de comentario,
además, puede provocar que la persona que lo recibe se sienta tremendamente
culpable por no sentirse capaz de superar su enfermedad.
Todos tenemos problemas y aprendemos a vivir con ellos. ¡No le des más vueltas!
La depresión no es
directamente proporcional a la cantidad de problemas o desgracias que uno sufra
en la vida. No a todo el mundo le afectan las cosas de la misma forma, de igual
modo que no todo el mundo ha recibido el mismo tipo de educación afectiva, de
apego ni dispone de los mismos condicionantes genéticos.
De nuevo, lejos de ayudar,
esta frase puede ser un gran disparador de los sentimientos de culpa de una
persona con depresión.
Con frases de este estilo estamos dando a entender que una persona que padece depresión está enferma porque no se esfuerza lo suficiente para encontrarse mejor.
Es tan absurdo y cruel como
decirle a una persona con diabetes que no se esfuerza lo suficiente para que su
cuerpo genere la insulina que necesita. O lo mismo que decirle a una persona
con Alzheimer que quizás debería poner algo más de su parte para no perder la
memoria…
Piensas demasiado en ti mismo/a: estás siendo muy egoísta.
Es, sin duda, uno de los peores comentarios que podemos hacerle a una persona que está deprimida.
Si esta persona es nuestra
pareja, un familiar con el que convivimos o un amigo muy cercano con el que
pasamos mucho tiempo y cuya condición nos termina por agotar, frustrar o cansar
(todos somos humanos y emocionalmente complejos, no somos robots), entonces ha
llegado el momento de poner el énfasis en el autocuidado e incluso de recibir
ayuda terapéutica para lidiar mejor con esta circunstancia. Pero nunca debemos
recurrir a sentencias como esta, que solo hacen que la persona con depresión se
sienta peor y terriblemente culpable por causar “molestias” con su enfermedad.
Está todo en tu cabeza: piensa que hay enfermedades y problemas mucho peores.
Aquí podemos volver al ejemplo que poníamos antes sobre otras patologías. Imagínate que a una persona con diabetes le decimos que hay otras enfermedades o circunstancias mucho peores que su condición, ¿qué estamos aportando con eso? Absolutamente nada, solo minusvalorando su problemática y negando, en cierta medida, el sufrimiento que pueda padecer.
Comer bien, salir a pasear, ir
al cine, ir a un concierto… Ese tipo de actividades beneficiosas para nuestro estado
de ánimo y nuestra salud, no siempre son fáciles de asumir para una persona con
depresión. De hecho, pueden suponer un auténtico suplicio lleno de angustia
para ellos. En muchas ocasiones, una persona con un trastorno depresivo grave
no es capaz ni de salir de la cama o meterse en la ducha. Literalmente.
Por ello, debemos evitar
aleccionarle a alguien con depresión sobre los “buenos hábitos” que debería
seguir para mejorar. La depresión es una enfermedad mental compleja que
requiere, en la gran mayoría de las ocasiones, tanto del seguimiento de una
terapia psicológica como del apoyo de una medicación específica recetada por un
psiquiatra. No se cura comiendo verdura ni dando un paseo.
Te entiendo perfectamente, yo también he estado muy triste.
En primer lugar, la depresión
es una patología compleja y grave, que va mucho más allá de estar triste en
algún momento. La tristeza, de hecho, es una emoción que vivimos absolutamente
todos los seres humanos, independientemente de si sufrimos o no una enfermedad
mental.
Tenemos que tener cuidado
cuando queremos empatizar y transmitir nuestra comprensión en este tipo de
contextos. Puesto que, sin pretenderlo, podemos estar quitándole importancia al
dolor que sufren otras personas.
Incluso si nosotros mismos
hemos pasado por una depresión y la hemos superado, debemos tener en cuenta que
no todos los procesos son iguales para todo el mundo. Y no todo el mundo lo
vive de la misma forma ni tarda el mismo tiempo en recuperarse.
Eres fuerte, así que lo superarás.
Salir de una depresión no es
cuestión de fortaleza ni debilidad. De hecho, estos conceptos suelen hacer
mucho daño, porque invalidan los procesos emocionales. Todos tenemos fuerza y
debilidad dentro de nosotros, es lo que nos hace humanos. Y no podemos
forzarnos ni forzar a nadie a sentirse de una determinada forma cuando su fuero
interno le está indicando algo totalmente distinto.
La depresión puede superarse,
por supuesto. Pero gracias al tratamiento adecuado en mano de especialistas,
tanto psicólogos colegiados y como psiquiatras. No es un proceso que se
solucione solo con “fuerza de voluntad”.
Cómo hablarle a una persona
con depresión .
Como seguro ya habrás intuido al leer este artículo, las claves para dirigirnos a una persona con depresión para mostrarle nuestro apoyo parten de unos pilares muy importantes: compasión, empatía y capacidad de escucha.
Nunca debemos restarle
importancia ni invalidar sus sentimientos ni su proceso. Hacerle entender a esa
persona que estamos a su lado si nos necesita, es el mensaje más valioso y
eficaz que podemos trasmitirle: sin agobiar, sin juzgar, sin presionar.
Y si te equivocas, (volvemos
al refranero español) rectificar es de sabios. No pasa absolutamente nada por
pedir perdón si hemos herido los sentimientos de una persona deprimida. Tener
verdaderas ganas de escuchar y aprender es vital, y es aplicable a cualquier
faceta de nuestra vida.
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