ཨོཾ་མ་ཎི་པ་དྨེ་ཧཱུྃ།

miércoles, 23 de febrero de 2022

Crisis existencial

Cuando no encontramos sentido a nuestra vida

No encuentro objetivos ni alicientes en mi vida: cuando estamos al borde de la crisis existencial.

La crisis existencial es una de esas fuentes de malestar emocional que parecen no estar conectadas a las condiciones materiales que nos toca vivir. Es perfectamente posible haber alcanzado todas las metas que asociamos a la idea de "éxito" en la sociedad en la que vivimos, y a pesar de ello, sentirnos vacíos, o incluso fracasados.

Puede aparecer en cualquier momento de la vida, afecta también a personas con amplios recursos económicos e incluso pueden experimentarla mujeres y hombres aparentemente exitosos y con buena imagen social. De hecho, puede tenerse todo lo que la civilización occidental considera como metas fundamentales de la vida humana, como riqueza, amor y conocimiento, pero la crisis existencial seguirá estando ahí, implacable.

La pregunta obligada en estos casos es: ¿dónde está la pieza que falla? ¿Cómo saber qué es lo que necesita una persona que sufre crisis existencial? La falta de referentes y de indicaciones acerca de hacia dónde avanzar para sentirse bien puede resultar asfixiante. Por ello, en este artículo veremos cuáles son las características de la crisis existencial y qué se hace en terapia para intervenir en ella y ponerle solución.

Crisis existencial: Y ahora… ¿qué hago con mi vida?

Cuando los antiguos esquemas mentales ya no sirven, la persona que sufre una crisis existencial siente que no sabe el camino que debe seguir en la vida, ni puede visualizar las metas que ha de perseguir para alcanzar la autorrealización personal. Esto puede resultar mentalmente muy agotador, y provocar trastornos psicológicos si no se resuelve la situación de manera correcta. Por el contrario, si el individuo supera esta etapa de la vida, percibe que ha crecido como ser humano y que ahora es otra persona más fuerte y más preparada para afrontar las dificultades que se pueden presentar en el día a día.

La crisis existencial se manifiesta con sentimientos intensos de malestar psicológico debido a que el individuo comienza a cuestionarse las razones de su propia existencia. También puede decirse que la crisis existencial es, básicamente, una crisis de identidad. Ocurre cuando todo aquello que pensábamos que estaba bajo control, deja de estarlo. Nuestra cosmovisión se nubla de forma inesperada, y nuestra visión de la vida necesita actualizarse porque está caduca. Entonces nos preguntamos: ¿qué hago yo aquí? o ¿cuál es el sentido de mi vida? Algo que hasta el momento parecíamos tener muy claro.

Casi sin darnos cuenta, un nuevo amanecer nos envuelve, y hemos de salir de la zona de confort para enfrentar la nueva realidad. Las crisis existenciales nos llevan a la autorreflexión, y nos supone un coste emocional porque los recursos con los que siempre habíamos contado ya no sirven. Durante este periodo de introspección nos cuestionamos aspectos de la vida que hasta el momento no nos preocupaban demasiado.

Por otro lado, la crisis existencial también tiene consecuencias observables en nuestra manera de comportarnos. Clásicamente, o genera apatía y desinterés por realizar actividades que no estamos obligados a realizar debido a nuestras responsabilidades, o nos lanzamos a probar nuevas experiencias de manera casi desesperada, con la intención de llenar nuestro vacío a través de sensaciones que nos mantengan distraídos. Ambos patrones de comportamiento pueden llegar al extremo de resultar dañinos, dado que, si se convierten en el eje central de nuestras vidas, pueden dar paso a un trastorno depresivo y/o a adicciones.

Cuando sentimos que no tenemos los recursos suficientes para salir de este vacío existencial, la ansiedad no nos deja dormir hasta que encontremos la respuesta, es decir, hasta que encontramos una solución que nos haga recuperar la paz interior, y que nos ayude a visualizar de nuevo el camino a seguir. Este camino a seguir se refiere a recuperar la propia identidad y el compromiso con uno mismo. Se trata de encontrar de nuevo el sentido a nuestra vida.

 Consecuencias de la crisis existencial.

La crisis existencial puede provocar un cambio radical en nuestra vida, pues puede ser oportunidad para reinventarse y para plantearse nuevos objetivos. Pero cuando la persona que sufre una crisis existencial entra en una espiral negativa en la que piensa que no tiene los recursos suficientes para superarla, puede acabar sufriendo una depresión grave.

No todo el mundo vive las crisis de igual manera: unos pueden vivirla durante unas semanas, otros unos meses y otros unos años. Las crisis existenciales largas e intensas suelen requerir ayuda por parte de un profesional. Cuando la crisis por la propia existencia se resuelve de manera satisfactoria, uno siente que ha vuelto a conectar consigo mismo y reestructura su forma de pensar. A su vez, puede cambiar viejos hábitos disfuncionales por algunos más adaptativos, y puede llegar de nuevo al bienestar.

Cuando la persona que sufre una crisis existencial desarrolla una imagen negativa de sí misma, del mundo y del futuro, y se recrea en sus creencias irracionales sobre la vida; o cuando tiene una baja autoestima o una falta de confianza en sus propios recursos, puede llegar a la desesperanza, la indefensión aprendida, la depresión mayor.

Cuando no puedes superar el malestar de sentirte vacío.

La forma de afrontar la crisis existencial es diferente en cada individuo, ya que el camino a seguir para superarla es un camino al descubrimiento personal, por lo que requiere voluntad propia y conocimiento de uno mismo. Los individuos que quedan atrapados en esta crisis necesitan cambiar su visión del mundo, pues tienen unos esquemas cognitivos que no son adaptativos, al menos en parte. Los psicólogos pueden servir de guía para que una persona descubra el camino por sí misma, pero no pueden ofrecer las respuestas definitivas a la crisis existencial; eso es tarea del paciente.

Aún y así, un psicólogo puede ayudar a su paciente a tener una visión más objetiva sobre esta situación y a conocerse mejor, de modo que resulte mucho más sencillo descubrir aspectos de la vida capaz de motivar y de resultar ilusionantes.

Por ejemplo, un psicólogo puede ser efectivo para ayudar a un individuo a reestructurar sus expectativas y para que se plantee proyectos de vida más realistas. También es un gran apoyo para conocer los valores importantes para uno mismo, de modo que los proyectos que el paciente se proponga no vayan en contra de estos.

Por otro lado, la psicoterapia puede aportar herramientas para la aceptación de uno mismo y la correcta gestión emocional. Y puede ayudar a desarrollar estrategias de afrontamiento más eficaces y adaptativas que no sólo serán positivas para superar la crisis, sino también para empoderar al paciente en el día a día.
 

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