Cuando no encontramos sentido
a nuestra vida
No encuentro objetivos ni
alicientes en mi vida: cuando estamos al borde de la crisis existencial.
La crisis existencial es
una de esas fuentes de malestar emocional que parecen no estar conectadas a las
condiciones materiales que nos toca vivir. Es perfectamente posible haber
alcanzado todas las metas que asociamos a la idea de "éxito" en la
sociedad en la que vivimos, y a pesar de ello, sentirnos vacíos, o incluso
fracasados.
Puede aparecer en cualquier
momento de la vida, afecta también a personas con amplios recursos económicos e
incluso pueden experimentarla mujeres y hombres aparentemente exitosos y con
buena imagen social. De hecho, puede tenerse todo lo que la civilización
occidental considera como metas fundamentales de la vida humana, como riqueza,
amor y conocimiento, pero la crisis existencial seguirá estando ahí,
implacable.
La pregunta obligada en estos
casos es: ¿dónde está la pieza que falla? ¿Cómo saber qué es lo que necesita
una persona que sufre crisis existencial? La falta de referentes y de
indicaciones acerca de hacia dónde avanzar para sentirse bien puede resultar
asfixiante. Por ello, en este artículo veremos cuáles son las características
de la crisis existencial y qué se hace en terapia para intervenir en ella y
ponerle solución.
Crisis existencial: Y ahora…
¿qué hago con mi vida?
Cuando los antiguos esquemas
mentales ya no sirven, la persona que sufre una crisis existencial siente que
no sabe el camino que debe seguir en la vida, ni puede visualizar las metas que
ha de perseguir para alcanzar la autorrealización personal. Esto
puede resultar mentalmente muy agotador, y provocar trastornos psicológicos si
no se resuelve la situación de manera correcta. Por el contrario, si el
individuo supera esta etapa de la vida, percibe que ha crecido como ser humano
y que ahora es otra persona más fuerte y más preparada para afrontar
las dificultades que se pueden presentar en el día a día.
La crisis existencial se
manifiesta con sentimientos intensos de malestar psicológico debido a que el
individuo comienza a cuestionarse las razones de su propia existencia.
También puede decirse que la crisis existencial es, básicamente, una crisis
de identidad. Ocurre cuando todo aquello que pensábamos que estaba bajo
control, deja de estarlo. Nuestra cosmovisión se nubla de forma inesperada, y
nuestra visión de la vida necesita actualizarse porque está caduca. Entonces
nos preguntamos: ¿qué hago yo aquí? o ¿cuál es el
sentido de mi vida? Algo que hasta el momento parecíamos tener muy
claro.
Casi sin darnos cuenta, un
nuevo amanecer nos envuelve, y hemos de salir de la zona de confort para
enfrentar la nueva realidad. Las crisis existenciales nos llevan a la
autorreflexión, y nos supone un coste emocional porque los
recursos con los que siempre habíamos contado ya no sirven. Durante este
periodo de introspección nos cuestionamos aspectos de la vida que hasta el
momento no nos preocupaban demasiado.
Por otro lado, la crisis
existencial también tiene consecuencias observables en nuestra manera de
comportarnos. Clásicamente, o genera apatía y desinterés por realizar
actividades que no estamos obligados a realizar debido a nuestras
responsabilidades, o nos lanzamos a probar nuevas experiencias de manera casi
desesperada, con la intención de llenar nuestro vacío a través de sensaciones
que nos mantengan distraídos. Ambos patrones de comportamiento pueden llegar al
extremo de resultar dañinos, dado que, si se convierten en el eje central de
nuestras vidas, pueden dar paso a un trastorno depresivo y/o a adicciones.
Cuando sentimos que no tenemos
los recursos suficientes para salir de este vacío existencial,
la ansiedad no nos deja dormir hasta que encontremos la
respuesta, es decir, hasta que encontramos una solución que nos haga recuperar
la paz interior, y que nos ayude a visualizar de nuevo el camino a seguir. Este
camino a seguir se refiere a recuperar la propia identidad y el compromiso con
uno mismo. Se trata de encontrar de nuevo el sentido a nuestra vida.
Consecuencias de la crisis existencial.
La crisis existencial puede
provocar un cambio radical en nuestra vida, pues puede ser oportunidad
para reinventarse y para plantearse nuevos objetivos. Pero cuando la
persona que sufre una crisis existencial entra en una espiral negativa en la
que piensa que no tiene los recursos suficientes para superarla, puede acabar
sufriendo una depresión grave.
No todo el mundo vive las
crisis de igual manera: unos pueden vivirla durante unas semanas, otros unos
meses y otros unos años. Las crisis existenciales largas e intensas suelen
requerir ayuda por parte de un profesional. Cuando la crisis por la propia
existencia se resuelve de manera satisfactoria, uno siente que ha
vuelto a conectar consigo mismo y reestructura su forma de pensar. A
su vez, puede cambiar viejos hábitos disfuncionales por algunos más
adaptativos, y puede llegar de nuevo al bienestar.
Cuando la persona que sufre
una crisis existencial desarrolla una imagen negativa de sí misma, del mundo y
del futuro, y se recrea en sus creencias irracionales sobre la vida; o cuando
tiene una baja autoestima o una falta de confianza en sus propios recursos,
puede llegar a la desesperanza, la indefensión aprendida, la depresión mayor.
Cuando no puedes superar el
malestar de sentirte vacío.
La forma de afrontar la crisis
existencial es diferente en cada individuo, ya que el camino a seguir para
superarla es un camino al descubrimiento personal, por lo que
requiere voluntad propia y conocimiento de uno mismo. Los individuos que quedan
atrapados en esta crisis necesitan cambiar su visión del mundo, pues tienen
unos esquemas cognitivos que no son adaptativos, al menos en parte. Los
psicólogos pueden servir de guía para que una persona descubra el camino por sí
misma, pero no pueden ofrecer las respuestas definitivas a la crisis
existencial; eso es tarea del paciente.
Aún y así, un
psicólogo puede ayudar a su paciente a tener una visión más objetiva
sobre esta situación y a conocerse mejor, de modo que resulte mucho más
sencillo descubrir aspectos de la vida capaz de motivar y de resultar
ilusionantes.
Por ejemplo, un psicólogo
puede ser efectivo para ayudar a un individuo a reestructurar sus expectativas
y para que se plantee proyectos de vida más realistas. También es un gran apoyo
para conocer los valores importantes para uno mismo, de modo
que los proyectos que el paciente se proponga no vayan en contra de estos.
Por otro lado, la
psicoterapia puede aportar herramientas para la aceptación de uno mismo y
la correcta gestión emocional. Y puede ayudar a desarrollar
estrategias de afrontamiento más eficaces y adaptativas que no sólo serán
positivas para superar la crisis, sino también para empoderar al paciente en el
día a día.
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