ཨོཾ་མ་ཎི་པ་དྨེ་ཧཱུྃ།

viernes, 24 de septiembre de 2021

Desarrollar habilidades para tomar decisiones con fluidez y sin miedo

 


¿Qué quiso decir Jean Paul Sartre con su frase: “El hombre está condenado a ser libre”?… ¿Condenado? Creo que Sartre, quería expresar que, vinculado a nuestra libertad, está el hecho de no poder escapar a la obligación de decidir. Entonces, si la toma de decisiones es un acto tan consustancial al ser humano, ¿por qué tenemos miedo a decidir?, y si es tan importante, ¿cómo tomar decisiones correctas?

 

No tomar decisiones es, en sí misma, una forma de decisión

Estamos tomando decisiones constantemente, muchas veces sin darnos cuenta, pero muchas otras enfrentándonos a elecciones que van a determinar nuestro futuro. Vivir significa elegir; no tomar decisiones implica inmovilidad y bloqueo. Cada vez que proyectamos nuestro futuro en cualquier ámbito de la vida, se abren ante nosotros un sinfín de posibilidades, y no hacer ninguna elección, supone no progresar… en ninguna dirección.

Por tanto, la primera conclusión es:

Necesitamos tomar decisiones para progresar hacia nuestras aspiraciones.

Pero también, es importante saber que no todas las decisiones tienen la misma relevancia. Cada decisión requerirá diferente grado de energía –emocional, intelectual…–, muchas decisiones son intrascendentes, y sólo algunas requerirán toda nuestra atención y esfuerzo. Y aquí tenemos la segunda conclusión:

Hay que distinguir la trascendencia de unas y otras decisiones y tratarlas de modo diferente

1. ¿Qué dificulta tomar decisiones?

La primera emoción que suele aparecer cuando nos enfrentamos a una decisión importante es el miedo, el miedo a equivocarnos.

El miedo a tomar una decisión es la expresión de diferentes mecanismos psicológicos, por ejemplo: la intolerancia a las posibles consecuencias negativas de nuestras decisiones, la dificultad para renunciar a las opciones que no elegimos, estilos perfeccionistas y excesivamente autocríticos, con diálogos internos que tienden a enunciarse utilizando “debería” en vez de expresar nuestras decisiones como “me conviene” … En estas tendencias suelen estar muy presentes los auto reproches que van minando nuestra auto confianza y dificultando tomar nuevas decisiones.

La consecuencia de estos estilos, es una importante dificultad para tomar decisiones y para identificar aquellas que son importantes de las que no lo son.

El resultado es el bloqueo o la postergación crónica o procrastinación, en la toma de decisiones. Que hace que, o bien se paralicen decisiones que nos son importantes, pero convendría tomarlas, o bien se precipite la toma de decisiones importantes, en las que se decide con rapidez y casi sin reflexión para evitar la angustia que produce afrontarlas.

Una de las principales dificultades al tomar decisiones es el miedo a equivocarnos.

4 pensamientos y emociones comunes, en las personas con dificultad en tomar decisiones

  • Pensar que equivocarse en un fracaso irreparable, cuyas consecuencias podrían ser catastróficas e imposibles de modificar, convirtiéndose en un lastre permanente.
  • Creer que no se está a la altura y en consecuencia no poder soportar la responsabilidad. La percepción de capacidad se despliega mermada, y la valoración de la persona es de devaluación y excesiva autocrítica.
  • El miedo a verse expuesto ante los demás, que genera una visión de los otros como amenazas, y produce una elevada ansiedad anticipatoria frente a su juicio, que se predice negativo y devaluador.
  • Percepción de pérdida de control, que obliga a la persona a revisar recurrentemente cada paso que le ha llevado a decantarse por una alternativa. El elevado malestar, incluso la angustia y la ansiedad que produce, genera una necesidad compulsiva de confirmación anticipada de cada paso que se da.

Hay 4 pensamientos que comparten las personas que tienen grandes dificultades para tomar decisiones.

 Estos pensamientos y emociones pueden generar diferentes respuestas, o una combinación de ellas en distintas etapas del proceso:

  • Un exceso de minuciosidad y perfeccionismo, tratando de anticiparse a todas las consecuencias, variables o posibles contingencias, hasta el extremo de hacer imposible la empresa de tomar una decisión.
  • Postergar o procrastinar.
  • Delegar las decisiones a otras personas creando relaciones poco saludables, de estilo dependiente o codependiente, que limitan el aprendizaje personal y por tanto la autonomía.
  • Caer en la indolencia y el abandono, como respuesta evitativa frente al malestar que supone tomar decisiones. En este caso las decisiones se toman de forma impulsiva, bien por rechazo o bien por indefensión.

2. ¿Qué es tomar una decisión correcta?

No existen decisiones correctas o incorrectas, sino más o menos adecuadas a los objetivos, el contexto y las circunstancias en las que se toman.

Es muy importante ser conscientes de que una decisión siempre se verá afectada por factores que pueden escapar a nuestro control. Eso significa que debemos responsabilizarnos de aquello que podemos controlar.

En una toma de decisiones, podemos centrarnos, por ejemplo, en identificar de un modo realista nuestros objetivos y motivaciones, y nuestras capacidades y recursos. A partir de ahí, las cosas podrían no salir como esperábamos; en ese caso es importante no considerar un fracaso nuestra decisión, porque:

  1. Tenemos derecho a equivocarnos.
  2. No sabemos aún si a medio o largo plazo este nuevo escenario será mejor o peor de lo que habíamos previsto.
  3. Podemos poner a nuestro favor este inesperado escenario generado a partir de nuestra decisión.

En cualquiera de los casos si hemos realizado un buen proceso en la toma de decisiones, sea cual sea el resultado, siempre supondrá un aprendizaje que nos ayudará a mejorar nuestra capacidad para seguir tomando futuras decisiones y avanzar hacia nuestras metas.

 

No hay decisiones incorrectas, son más o menos adecuadas a objetivos, circunstancias y contexto.

3. ¿Qué factores psicológicos intervienen al tomar decisiones?

  • Estrategias de afrontamiento: Autoconfianza. Ser conscientes del abanico de destrezas que tenemos para afrontar las consecuencias de nuestras decisiones. Aunque sucediera algo inesperado por esta decisión, puedo afrontarlo, tengo recursos y capacidad para hacerlo. Incluso podría volver a empezar de nuevo.
  • Autoestima: La propia valoración es muy importante para proyectarnos como personas competentes a la hora de tomar decisiones. Tengo experiencia y conocimiento en este tema. Si alguien puede elegir lo más adecuado a mi situación, ese soy yo.
  • Experiencia emocional: Identificar, aceptar y manejar nuestras emociones son habilidades que nos permiten valorar de un modo realista las diferentes alternativas y las consecuencias de una elección. Tiendo a asustarme cuando tomo decisiones, pero no significa que no sea una decisión adecuada, o que algo vaya a salir mal. Se pasará pronto, es normal estar activado.
  • Estilos de pensamiento: Los estilos de pensamiento son esenciales tanto para procesar las experiencias previas a las decisiones, como para afrontar sus consecuencias. No tengo que esperar que esta elección sea 100% buena o mala, creo que es suficientemente adecuada como para seguir adelante. Esperaré a ver el resultado y actuaré entonces.

4. Consecuencias al tomar decisiones.

 

Perfeccionismo o la búsqueda de la decisión perfecta.

La falsa creencia de que “siempre” tomamos malas decisiones.

Las búsquedas de alternativas hasta el infinito como respuesta al miedo.

La necesidad de aceptación como clave en las elecciones.

La impulsividad al decidir, como respuesta al malestar.

Delegar las decisiones en los demás.

Negarnos el derecho a equivocarnos.

La precipitación o creer que la decisión es inmediata, no siéndolo.

El miedo a fallar a los demás, aun siendo una decisión personal.

La inflexibilidad que descarta alternativas por tener una “visión en túnel” en vez de “visión periférica”.


5. Técnica sencilla paso a paso, para tomar decisiones.

La capacidad para tomar decisiones no es algo innato, tras ella hay un conjunto de habilidades que puedes y que conviene entrenar. La práctica hace que tomar decisiones se vuelva más fluido y que genere menos coste cognitivo y emocional.

A continuación, os propongo 5 pasos a seguir en el momento de tomar decisiones:

  1. Define el tipo de decisión. La descripción debe ser lo más concreta posible. Recuerda que tomamos decisiones a diario, unas son más importantes y necesitan más tiempo y análisis que otras.
  2. Haz una lista con las alternativas. Se realista en este paso, pero aún no entres a hacer juicios de valor sobre la viabilidad o las amenazas de estas alternativas.
  3. Establece los criterios para evaluar las alternativas. En este proceso es importante tener en cuenta: la repercusión de la decisión, las emociones predominantes, la viabilidad de llevar a cabo el plan de acción y finalmente la objetividad de la decisión. Con ello valora las alternativas de 0 a 10 en función de dichos criterios, o de otros que consideres pertinentes.
  4. Identifica la o las alternativas relevantes. Enfócate en aquella o aquellas alternativas que han obtenido una puntuación más alta. Si son más de una, piensa si sería viable combinarlas en tu decisión. Si necesitas elegir una única, vuelve a definir un criterio (o varios) y puntúa de nuevo para que quede una única alternativa con mayor puntuación.
  5. Ejecuta y verifica los resultados. Elabora un plan de acción, sobre cuándo y cómo pondrás en marcha tu decisión, y plantea el tiempo que va a requerir llevarla a cabo. Tras la toma de decisión conviene dejar pasar un tiempo para percibir el grado de satisfacción. Si cambia esta impresión, identifica el motivo, ajusta y repite el proceso.

Tomar decisiones es un proceso inherente al ser humano. En él participan nuestros pensamientos y emociones, también nuestras experiencias, nuestra biografía vital… al igual que cuestiones culturales: educación, roles y estereotipos, creencias… Lo importante es saber que no hay una decisión “infalible” o “perfecta” y que al igual que otras habilidades, podemos entrenar nuestra capacidad para tomar decisiones, haciendo que cada vez sean más adecuadas o coherentes con nuestros objetivos y aspiraciones.


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