Sobre
el Monte Rojo, dominando la ciudad de Lhasa, se levanta el símbolo sin
discusión del Tíbet. Un fascinante lugar en el país más elevado del mundo que
es el epicentro del budismo tibetano y morada ancestral de sus líderes
espirituales, los dalai lama, el último de los cuales tuvo que abandonar este
reino de los Himalayas en 1959, pocos años después de haber sido invadido por
China.
Allí,
en lo alto, en un lugar más cerca del cielo y de la divinidad, el imponente
palacio comenzó a ser erigido en el siglo VII bajo el reinado de Sontsan Gampo
para su matrimonio con la princesa Wencheng de la dinastía Tang. Destruido por
las guerras, sería en el siglo XVII cuando, tras cincuenta años de obras,
adquirió su forma actual gracias al quinto dalai lama, convirtiéndose en el
centro religioso y político del Tíbet, además de en la gran obra maestra y
máxima expresión de la arquitectura antigua tibetana.
Si,impresiona imaginar cómo pudieron acarrearse los bloques de piedra necesarios
para su edificación hasta lo alto de este risco de la montaña Hongshan, lo que
maravilla hoy es la espiritualidad que lo envuelve, donde los sacerdotes
budistas siguen ancentrales ritos litúrgicos y los peregrinos tibetanos que se
mueven por él irradian solemnidad y devoción. Irrealidad, vértigo y
espiritualidad envuelven esta obra sobresaliente de una milenaria cultura.
SABÍAS
QUÉ…
El
Palacio es el edificio antiguo más elevado de todo el Tíbet y el situado a
mayor altitud de todo el planeta, a 3.700 metros sobre el nivel del mar.
Su
estructura original se levantó en piedra y madera y en su pared exterior se
introdujo hierro fundido para que fuera más resistente a los terremotos, lo que
también ha contribuido a que haya podido llegar a nuestros días.
Por
aquel entonces era llamado el «Palacio de la Montaña Roja» y los nueve pisos
con los que ya contaba entonces encerraban 999 estancias, más la sala de Buda.
Más
que un palacio al uso, como conocemos en occidente, Potala es un lugar para
orar, pues suma muchas más salas de oración que de cualquier otro tipo.
Los
tejados de algunos de los edificios son de cobre y están pintados de oro,
diseñados teniendo en cuenta la luz solar.
Lo
primero que hacen los peregrinos que llegan hasta este palacio que parece haber
brotado en la roca es realizar la kora (círculos en torno a él). Los más
conmovidos se postran ante él e incluso lloran por el exilio de su morador, el
dalai lama.
El
Palacio de Potala está declarado Patrimonio de la Humanidad junto al monasterio
de Jokhang el más famoso de los templos budistas del Tíbet, y el Palacio
Norbulingka.
El
Palacio de Potala es el escenario que inspiró a Martín Scorsese para su
película Kundun, que obtuvo cuatro nominaciones a los Oscar. Su trama recrea la
vida de un niño de dos años reconocido como la decimocuarta reencarnación del
Dalai Lama que es llevado al palacio de para ser preparado como nuevo líder
político y espiritual.
IMPRESCINDIBLE
Con unas dimensiones de 400.000 metros cuadrados, de los cuales unos 130.000 están edificados, y 13 pisos de altura en su cuerpo principal, dentro de él se distinguen el Palacio Blanco con un área en la que han vivido generaciones de dalai lama y otra destinada a los asuntos políticos y el Palacio Rojo, en el cogollo central, donde se concentraban las actividades religiosas. El edificio amarillo alberga las grandes banderas con símbolos sagrados que se cuelgan en la fachada meridional durante los festivales de Año Nuevo.
Las
que fueran las dependencias personales del actual Dalai Lama, la sala del trono
del VII Dalai Lama, la capilla sagrada de Phakpa Lhakang, la cueva de
meditación Chogyel Drupuk o la estupa del V Dalai Lama, con oro y cubierta de
piedras preciosas.
También
hay que estar atento a la cantidad de murales, estatuas, piezas de jade,
cerámica, oro y plata, infinidad de utensilios litúrgicos y documentos
históricos de gran valor que atesora en sus estancias.
Antes
de adentrarse en el laberinto de estancias y capillas, los mejores lugares para
fotografiar el conjunto son la plaza que queda frente a él, el mirador tras las
tres estupas blancas y la parte trasera, con un gran estanque. Mucho mejor a
primera hora de la mañana, cuando el sol da de lleno sobre el palacio y lo
ilumina.
Además
del Palacio, en Lhasa no hay que dejar de ver el antiguo barrio tibetano, con
sus mercadillos y su laberinto de callejuelas, dueñas de un encanto medieval
que nada tiene que ver con la anodina ciudad nueva. Ni perderse el ambiente de
Barkhor, una calle circular en el viejo Lhasa por la que transitan y hacen sus
ofrendas con absoluta devoción los peregrinos tibetanos.
MUY
PRÁCTICO
Para llegar a Lhasa, capital de la región
autónoma china de Tíbet, donde se levanta el palacio, no hay vuelos directos.
Desde Madrid o Barcelona hay que volar primero a una de las principales
ciudades chinas –Shanghái, Pekín, Chengdu, Xi’an, Hong Kong, Chongqing–, con
compañías aéreas como Air China, Finnair o KLM, con mínimo una escala, y desde
estas a Lhasa. Este trayecto también se puede hacer desde alguna de estas
ciudades en el famoso tren transtibetano, también llamado tren de las nubes.
Solo
se puede llegar a Tíbet a través de una agencia. Luego ya la mayor o menor
movilidad y las rutas son personalizadas, se adaptan a la medida a sus
clientes. Lo más habitual es estar un mínimo 15 días e incluir otros lugares imprescindibles
de China, a partir de unos 3000 €. Youlan Tours (viajaraltibet.com) es una
agencia española especializada en Tíbet
La
altitud a la que está situado el palacio provoca que haya mucho menos oxígeno
del habitual en el aire, por lo que será recomendable la visita a él cuando uno
ya se ha aclimatado a semejante altura.
Para
entrar en el Tíbet es necesario tener el pasaporte con vigencia mínima de seis
meses, un visado y un peremiso de entrada emitido por la Oficina de Turismo y
tramitado con agencia de viajes. No es obligatoria ninguna vacuna.
La
mejor época para visitar el Tíbet es de abril a septiembre. Conviene tener en
cuenta que por su ubicación, la radiación solar es de las más altas del mundo.
VISITA VIRTUAL
A
miles de kilómetros de distancia, puedes recorrer todos los espacios de la
morada ancestral de los dalai lama gracias a este vídeo de National Geographic
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