ཨོཾ་མ་ཎི་པ་དྨེ་ཧཱུྃ།

miércoles, 15 de abril de 2020

Usar las adversidades para el crecimiento espiritual según el budismo




Por más que el ser humano se proteja con posesiones o conceptos es inevitable que sufrirá adversidades, calamidades y situaciones dolorosas. Esta es la naturaleza cambiante e impermanente de la realidad, por lo cual es importante, más que intentar evitar que surja el dolor y la contrariedad, aprender a lidiar con ellos de una manera sana y balanceada.

El budismo provee un marco milenario para transformar las adversidades en sabiduría y crecimiento espiritual. Principalmente reconoce que todas las situaciones desagradables y desafortunadas que experimentamos no son producto del azar o del caos, sino de nuestras acciones o karma. Este entendimiento es importante ya que nos hace entender que si seguimos repitiendo ciertas conductas seguiremos experimentado situaciones negativas de las cuales queremos liberarnos.

Desde este entendimiento de que todas las acciones tendrán sus frutos, las adversidades son vistas como brotes de karma negativo que, sin embargo, tienen la condición provechosa de que al emerger a la superficie y manifestarse tienen la posibilidad de eliminarse si no van acompañadas de reacciones de apego o aversión. Es decir, si se comprenden por lo que son y se toman con ecuanimidad.

Por siglos, los budistas tibetanos han practicado un método de entrenamiento de la mente conocido como Lojong. Uno de los eslóganes que se practican dentro de este sistema exhorta a «transformar las circunstancias desfavorables en el camino de la iluminación».



Traleg Kyabgon Rinpoche comenta:

El entrenamiento de la mente nos permite utilizar la adversidad en vez de dejar que nos orille a un rincón de desesperanza. Esta tendencia a adoptar una actitud derrotista de cara al mal es uno de los más grandes obstáculos que afrontamos en nuestra vida diaria y uno de los principales impedimentos a nuestras aspiraciones espirituales. Debemos ser vigilantes y conseguir métodos hábiles para lidiar con las dificultades de tal manera que podamos evitar el hábito de batallar contra nosotros mismos. Responder con fortaleza, certitud, entendimiento y apertura generará un mejor sentido de valía y ayudará a resolver o mitigar la situación.

Así es también la forma en la que aprendemos a enfrentar circunstancias desfavorables y «tomarlas como el sendero», de tal forma que no estamos luchando contra nuestros problemas sino trabajando con ellos. Ya que luchar en contra de otros o de nosotros mismos sólo exacerba los problemas, continuamente debemos examinar nuestras respuestas negativas, para ver si tienen un propósito significativo o si son solamente patrones inconscientes recurrentes que nos influyen habitualmente.

A menudo la adversidad y los momentos más difíciles de nuestra vida se presentan encarnados en personas con las cuales tenemos vínculos estrechos: las personas aparentan ser nuestros adversarios. Sin embargo, una perspectiva correcta ante estas relaciones puede transformarlas. El maestro Dilgo Khyentse Rinpoche lo explica así:

Encontrarse con alguien que realmente te lastima, es conocer un raro y precioso tesoro. Mantén alta estima de esa persona y utiliza la oportunidad para erradicar tus defectos y progresar en el camino. Si no puedes sentir compasión y amor por una persona que te ha tratado mal es una señal de que tu mente no ha sido completamente transformada, y que necesitas seguir trabajando en ella con mayor aplicación.

Nos puede costar trabajo ser generosos y bondadosos con las personas cuyas actitudes negativas no son conducentes de estas cualidades. Personas egoístas, enfadosas, hostiles, adictas y llenas de psicopatologías suelen sacar lo peor de nosotros y, sin embargo, son las oportunidades más valiosas para practicar nuestra paciencia, sabiduría y amor bondadoso.

¿Por qué debemos ser compasivos con ellos? El budismo mahayana lo explica diciendo que todas las personas tienen la misma naturaleza de inocencia, pureza e iluminación, sólo que están oscurecidos por su ignorancia. El maestro budista Patrul Rinpoche dijo: «Sé generoso con los afligidos; sé gentil con los tontos; empatiza con los débiles y los oprimidos; sé especialmente compasivo con aquellos que se aferran a la realidad material».

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