Cuando uno comprende el valor incalculable que tienen
el Buda, el Dharma (la enseñanza), y la Sangha (la comunidad budista), tal vez
uno se dé cuenta de que, en realidad, no hay nada más que nos permita alcanzar
la extinción absoluta de todos los sufrimientos, ni nos proporciona una
felicidad auténtica y definitiva. Por eso, los budistas nos referimos a Buda,
Dharma y Sangha como las “Tres Joyas”.
Podemos observar las cualidades fundamentales de cada
uno:
-Aunque sea de Perogrullo, sin Buda no existiría el
budismo. No sólo demostró que su enseñanza es válida porque él mismo en persona
alcanzó el Nirvana: Además, decidió compartir su sabiduría para que todos los
seres pudieran beneficiarse y acabar también con sus sufrimientos.
-El Dharma es lo único que puede conducirnos a esa
liberación definitiva. Por ejemplo, en el momento de la muerte nuestros amigos,
nuestra belleza, nuestro dinero o nuestro talento no servirán absolutamente de
nada, mientras que el Dharma siempre estará ahí explicando cómo mantenernos
serenos, más contentos, humildes, pacientes, etc. evitando crear más karma
negativo que a su vez supondría más sufrimiento en el futuro.
-Si el Buda se hubiera quedado callado en
contemplación, o si hubiese explicado su doctrina a una piedra, no habría sido
muy útil. Para exponer el Dharma era necesario una Sangha, es decir una serie
de personas que le escucharan y lo pusieran en práctica ellos mismos también,
además de transmitirlo de forma correcta a otros cuando el Buda ya no
estuviera. De no ser por todos los discípulos del Buda, todos los maestros que
han protegido y transmitido el Dharma durante todos estos siglos y todos los
compañeros budistas que nos acompañan y ayudan, sería imposible que nosotros
pudiéramos beneficiarnos de ello.
Varias
personas esperando para tomar refugio con un lama.
Cuando uno observa esto, lo comprende y reconoce las
Tres Joyas como único y verdadero refugio posible, tomando la decisión de ser
budista, entonces se dice que uno “toma refugio” en las Tres Joyas.
Cuando uno tiene la posibilidad de acudir a un centro
budista donde cuentan con la presencia de un lama, se puede solicitar hacer la
toma de refugio con él mediante una ceremonia formal. Puede ser muy inspirador
y generar entusiasmo, y los maestros siempre se alegrarán de que alguien quiera
tomar refugio, pero la ceremonia como tal no es algo realmente necesario.
Primero y más importante, porque el refugio que
realmente cuenta es algo interno, personal, honesto para con uno mismo.
Segundo, porque mucha gente no tiene la posibilidad de contar con la presencia
de un lama y ello no debería ser impedimento para considerarse budistas si así
lo desean. Y tercero, porque la oración misma de toma de refugio es algo muy
cotidiano y según se vaya estableciendo una rutina de prácticas, oraciones,
etc. pronto perderás la cuenta de cuántas veces has tomado refugio.
Si la primera vez que tomas refugio lo haces
formalmente con un lama, a partir de ese momento se convierte en tu “gurú
raíz”, tu maestro principal, independientemente de que luego puedas tener
relación con otros de forma más cotidiana. Por supuesto, si pasan los años, has
perdido todo contacto con ese maestro, apenas has vuelto a saber de él porque
viva muy lejos y no sea un lama conocido del que no sea frecuente recibir
enseñanzas, viaje poco, no publica libros, no tiene ninguna organización, etc.
aunque sigas teniendo un gran respeto por él, es perfectamente legítimo que
consideres como gurú raíz a otro lama que sí sea influyente para ti.
En resumen: Si tienes contacto con un maestro
cualificado y quieres solicitarle tomar refugio, eso es estupendo. Si no tienes
esa posibilidad, lo importante es que reconozcas de forma profunda y honesta el
valor de Buda, Dharma y Sangha. Ese es el auténtico refugio.
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