Música y emociones
Según Real Academia Española
“la música es el arte de combinar los sonidos de la voz humana o de los
instrumentos, o de unos y otros a la vez, de suerte que produzcan deleite,
conmoviendo la sensibilidad, ya sea alegre, ya tristemente.” Así, el canto, el
sonido de una guitarra o un violín, de una orquesta de música o un grupo de
rock… todo es música.
Desde la antigüedad la
música se ha considerado como un arte. Es un código, un lenguaje universal, que
está presente en todas las culturas de la historia de la humanidad.
Curiosamente, los signos jeroglíficos que representaban la palabra “música”
eran idénticos a aquellos que representaban los estados de “alegría” y
“bienestar”. Y en China, los dos ideogramas que la representan, significan
“disfrutar del sonido”. Por lo tanto, hay una gran coincidencia en relación a
los significados sobre lo que es la música, que ha perdurado a lo largo del
tiempo, donde predominan las sensaciones agradables y placenteras que produce.
La Musicoterapia
Posiblemente, los orígenes
de la utilización terapéutica de los sonidos y la música se remonten al
principio de la humanidad. Ya Platón citaba que “la música era para el alma lo
que la gimnasia para el cuerpo”, reconociendo que ésta poseía determinadas
cualidades o propiedades que incidían en nuestras dimensiones emocional y/o
espiritual.
La American Music Therapy
Association (AMTA) define la musicoterapia como “una profesión, en el campo de
la salud, que utiliza la música y actividades musicales para tratar las
necesidades físicas, psicológicas y sociales de personas de todas las edades.
La Musicoterapia mejora la calidad de
vida de las personas sanas y cubre las necesidades de niños y adultos con
discapacidades y enfermedades. Sus intervenciones pueden diseñarse para mejorar
el bienestar, controlar el estrés, disminuir el dolor, expresar sentimientos,
potenciar la memoria, mejorar la comunicación y facilitar la rehabilitación física”
Así, si consideramos a la
enfermedad como una ruptura, desequilibrio o una falta de comunicación, podemos
pensar que la música puede ayudar a tender los puentes necesarios para que esa
comunicación que se encuentra bloqueada, fluya; contribuyendo al restablecimiento
o mejora de la salud.
En la actualidad, la
musicoterapia se aplica a un amplio campo en relación a diversos trastornos,
dirigida a personas de todas las edades. Son frecuentes las aplicaciones en la
educación (Autismos, hiperactividad, síndrome de Down…), salud mental
(depresión, ansiedad, estrés…), medicina (oncología, dolor, personas en la
UCI…) y geriatría (demencias…)
Gracias a la capacidad de la
música de actuar a todos los niveles, con la musicoterapia se pueden conseguir
algunos objetivos como:
-Mejora el nivel de
afectividad y conducta.
-Desarrollar la comunicación
y medios de expresión.
-Liberar energía reprimida.
-Desarrollar la
sensibilización afectiva-emocional.
-Dotar a las personas de
vivencias musicales enriquecedoras que ayuden a motivarse.
-Reforzar la autoestima y
personalidad.
-Rehabilitar, socializar y
educar.
¿Afecta la música a nivel
emocional?
¿Quién no ha experimentado
en alguna ocasión cierta emoción mientras escuchaba música? El sonido y la
música nos producen emociones, y éstas, modifican nuestra fisiología, nuestras
hormonas, alteran nuestro ritmo cardíaco y pulsaciones. Existen multitud de
momentos en los que utilizamos la música, ya sea de forma consciente e
inconsciente.
La música se empleaba en la
antigüedad para animar a guerreros y cazadores. Incluso, en el cine se utiliza
como medio para multiplicar los efectos de determinadas escenas, convirtiéndose
en un código indispensable para la caracterización emocional del guion y las
situaciones (Leonard Norman Cohen).
Nuestro estado de ánimo,
muchas veces se ve reflejado por el tipo de música que escuchamos o entonamos.
Una canción triste puede inducirnos a un estado melancólico, mientras que una
canción alegre puede excitarnos y proporcionarnos unos minutos de felicidad. Al
igual que una música suave y armónica nos acompaña en nuestros momentos de
relajación y estudio o una música rítmica nos estimula mientras hacemos
ejercicio.
También la música tiene
efecto en muchos de nuestros recuerdos importantes. ¿Quién no ha asociado
alguna vez determinada situación con un tema musical?
Las áreas cerebrales que se
activan con las emociones y la música son prácticamente las mismas. Cuando el
cerebro percibe las ondas sonoras, se producen ciertas reacciones
psicofisiológicas.
Así, respondemos con emociones y éstas provocan alteraciones
fisiológicas como el aumento de la segregación de neurotransmisores y otras
hormonas, que actúan sobre el sistema nervioso central.
La música puede modificar
nuestros ritmos fisiológicos, alterar nuestro estado emocional y ser capaz de
cambiar nuestra actitud mental, aportando paz y armonía a nuestro espíritu. La
música ejerce una poderosa influencia sobre el ser humano a todos los niveles.
“El arte de la música es el
que más cercano se halla de las lágrimas y los recuerdos” (Oscar Wilde)
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