ཨོཾ་མ་ཎི་པ་དྨེ་ཧཱུྃ།

lunes, 24 de marzo de 2014

Alimentación para la Primavera







Después de la época fría, de recogimiento y de interiorización del invierno, aparece el primer temblor que crea la época de expansión que es la primavera.

Un tiempo de florecimiento, de germinación, de creatividad, de flexibilidad, es el tiempo donde se restaura la vida, todo lo que está bajo la superficie quiere salir para florecer, y de la misma forma, nosotros florecemos como la Naturaleza.

La calidad del florecimiento, no obstante, va a depender de la carga que traemos de la época fría. Si hay mucha sobrecarga orgánica, esto es, hemos abusado de alimentos concentrados: carnes, fritos, salsas, embutidos, quesos y grasas saturadas, entonces con mucha probabilidad tenderemos a crear alergias, sobrecargas hepáticas, (problemas de la vista, contracturas musculares, problemas circulatorios, tensiones cervicales, dolores de cabeza, problemas de piel, astenia primaveral o algún tipo de alergias), lo cual nos indica que nuestra capacidad de eliminación es menor que la de acumulación, hemos, pues, acumulado residuos y se crea una tendencia a la congestión, la cual potencia el mal humor, la inflexibilidad, la impaciencia, la rabia y la tensión interna. 

La primavera es, por tanto, una época ideal para depurarnos, para desintoxicarnos, para drenar el hígado y la vesícula biliar, para dejar espacio interno para la oxigenación, la creatividad, la fluidez y la luz. 

Es un tiempo donde conviene comer menos, incluso practicar pequeños ayunos, necesitamos limpiar el cuerpo de las grasas y los alimentos pesados del invierno.
Desequilibra nuestro hígado el consumo excesivo de carnes, grasas animales y sal, el abuso de fritos y aceites refinados, el exceso de horneados, plancha, fármacos y aditivos alimentarios, el alcohol, los lácteos altos en grasa y las margarinas, y en general, comer en exceso, pero en la actualidad especialmente la bollería industrial. 

Por contra, pondremos énfasis en alimentos ligeros y expansivos: verduras, especialmente de hoja verde, brotes jóvenes con toda la clorofila de lo verde (cebollinos, puerros, apio,  cebollas tiernas, hojas de rabanito, acelgas, espinacas,  perejil, cilantro, hierbabuena, menta), germinados, verduras neutralizadoras de las grasas (rabanito, nabo, apio nabo, daikon). Reduciremos la proteína animal que favorece la rigidez y aumentaremos el consumo de legumbres (guisantes, habas, soja verde) y pescado blanco. Incluiremos cereales más ligeros como la cebada, avena, centeno, espelta, kamut, y según la condición cuscus integral y bulgur. Cocinaremos de forma más ligera (escaldados, vapor, ensaladas hervidas o crudas y picles). Introduciremos más hierbas aromáticas (orégano, estragón, tomillo, romero, albahaca, etc.). Aumentaremos el consumo de sabor ácido de calidad (chucrut-col fermentada-, picles de verduras, limón, vinagre de umeboshi).
Podríamos comer algunos días sin sal y sin aceite y celebrar nuestra vitalidad con alguna cerveza biológica. Si sentimos el hígado congestionado convendría relajarlo con: caldos de verduras dulces, pepino cocido con vinagre,  manzanas al vapor,  setas shitake o zumo de manzana con kuzu. 

Se trata pues de desintoxicar lo suficiente para recuperar la flexibilidad y la vitalidad de los tallos jóvenes, se trata de renacer de nuevo, de sacar nuestra parte más creativa y fértil, de recuperar nuestra belleza interna, de abrirnos al exterior, de enamorarnos de la vida.  
El reto de la primavera es, por tanto, germinar y expandirnos meciéndonos al arrullo del aire como las flores, dejando de lado el control interno y mostrando nuestros colores más vivos, flexibles como las plantas y fértiles como los brotes.

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