ཨོཾ་མ་ཎི་པ་དྨེ་ཧཱུྃ།

lunes, 8 de abril de 2013

Árbol Genealógico

 
 

Nuestro árbol genealógico no es pasado, sino que está vivo y presente en el interior de cada uno de nosotros. Cuando lo conocemos nos permitimos adentrarnos a nuestra historia familiar y aunque desconozcamos nuestro pasado familiar, poco a poco, los datos que poseamos irán atándose para darle sentido y con ello, claridad a las épocas y acontecimientos. Estamos determinados por toda la cascada de influencias que llegan de todo nuestro árbol genealógico. Por este método nos encontraremos con que ciertas situaciones negativas o positivas se repiten de generación tras generación. La historia familiar tiene una influencia en nuestro presente, está siempre nos devolverá al pasado a repetir las mismas situaciones de manera inconsciente a menos que decidamos romper los anclajes transgenealógicos.
Para conocer la constitución de la psique necesitamos reconstruir los momentos claves presentes en nuestra familia tales como enfermedades, matrimonios, segundas nupcias, accidentes, mudanzas, desarraigos, cambios de clase social, quiebra económica, fortunas, participación en alguna guerra, muertes prematuras, alcoholismo, enfermedades mentales, internamiento en cárceles, elección de profesiones. Poniendo estos datos usando el método de la genosociograma, que es una especie de árbol genealógico que prioriza los acontecimientos sorprendentes o chocantes tanto para bien como para mal, va mostrando gráficamente así el sentido de los principales lazos afectivos positivos, negativos u olvidados, Este método se usa para que el paciente pueda salir destino repetitivo ya que al comprender los lazos que se han tejido en nuestra familia descubrimos los dramas secretos, palabras que nunca se dijeron y duelos inacabados.
Cuando vivimos en grupo tenemos lealtades invisibles e identificaciones inconscientes repetitivas (alegres o trágicas) que nos obligan a repetir las tareas interrumpidas porque no están terminadas. Nosotros nos comunicamos de inconsciente a inconsciente, lo que Moreno denominaba el Inconsciente familiar o de grupo y cuando el sentimiento de pertenencia a un grupo es claro, uno adopta el inconsciente del grupo, esto lo vemos claramente en el grupo primario que es la familia, pero también puede suceder con otros grupos no sanguíneos como son las bandas, ejército, comunidades, partidos, asociaciones, etc., que les estemos prestando juramento y cuyos valores se conviertan en los nuestros. Al repetir lo que vivieron nuestras antepasados estamos manteniéndonos fieles a ellos y cuando algo se ha vivido como algo injusto para el grupo y no se vive el proceso de duelo, la herida queda abierta por siempre.
Cuando ocultamos hechos familiares negativos creamos una capa oscura, ese silencio creara una zona de sombras en la memoria de un familiar que para llevar el vacío y lagunas y se repetirá en un cuerpo de la familia el drama que han intentado ocultarle, recordemos que los seres humanos nos comunicamos con el lenguaje pero también con el cuerpo, los gestos, el tono de voz, la respiración, la actitud, el estilo de vestir, los silencios, las evasiones a diferentes temas. Los secretos de la familia pasan a través de una memoria transgeneracional que si bien en psicología lo conocemos como efecto Zelgarnick y este consta de que los actos interrumpidos se pueden repetir una y otra vez a lo largo de la vida de un individuo y en este sentido entra la terapia para ayudar a revivir y superar los duelos no realizados de los dramas pasados. Para evitar la repetición es necesario tener conciencia de ella.
El ser humano está hecho de manera que siempre hay algo, una fuerza interior, un instinto, que lo obliga a hacerse representaciones de las situaciones que atraviesa. Es una característica humana; desde el momento en que vivimos un acontecimiento importante, le damos una representación que puede adoptar formas múltiples. La vida familiar está permanentemente bajo el signo de estos cambios. Ahora bien, cuando los miembros del grupo viven algo de manera muy intensa y no les pueden otorgar representación verbal, van a traducirlo inconscientemente.
Conocer los secretos de familia no libera a nadie de su carga, pero le permite comprometerse con un proceso terapéutico con mucha más eficacia. Empezar una psicoterapia con un secreto de familia sobre nuestras espaldas, sin saberlo, es correr el riesgo de hacer un largo análisis sin avanzar. En ningún caso se trata de una repetición sencilla. Lo que se repite de generación en generación son las contradicciones no resueltas por los padres o los conflictos no resueltos. Sin embargo, no se repiten de la misma forma porque nunca se dan, exactamente, en el mismo contexto; el contexto social cambia y el trabajo del individuo en relación con su historia hace que las cosas evolucionen. Al mismo tiempo, el hecho de reconocer esta filiación permite construirse sobre el deseo de recuperar la posición perdida. El secreto influye, inconscientemente, en las elecciones que los individuos hacen.
En este método no se trata del inconsciente en el sentido freudiano de la palabra. Este inconsciente familiar no es objeto de rechazos, como un impulso prohibido que uno se niega a saciar. Aquí hablamos de un fantasma que vive aun entre la familia. El fantasma es una estructura emocional familiar o colectiva que simula que no lo hemos enterrado y eso inevitablemente estará determinando nuestra salud o nuestros problemas psíquicos, así como nuestro destino.
El hecho de que la transmisión de la vida sea orquestada por un ciclo de tres generaciones es una dimensión antropológica universal. Este ciclo, por ejemplo, estaba implícito en la pregunta que la Esfinge le formuló a Edipo: “¿Cuál es el animal que por la mañana tiene cuatro patas, al medio día tiene dos y por la noche tiene tres?” Edipo respondió: “el hombre”. La respuesta no es ningún misterio porque su historia no es sólo una historia de pies, sino una historia de pies inscrita en su genealogía paterna. Edipo significa pie hinchado, su padre se llamaba el “patoso” y su abuelo, el “cojo”. Este ciclo aparece en todas las culturas, porque es el de la identificación: para poder construirse, al principio el niño debe poder identificarse con lo que se desplace a cuatro patas, es decir, consigo mismo, con su yo y con su nombre, Alrededor de los cuales construye sus estructuras mentales.
Más tarde, para integrar la sexualidad, debe identificarse con los que van a dos patas, con sus padres; y para entender la muerte, debe hacerlo con los que van a tres patas, es decir, sus abuelos. Cuanto mejor entendamos nuestras raíces, mejor podremos librarnos de ellas. Y no es que la historia familiar cambie, porque no se puede cambiar el pasado, sino que se modifica la manera en que la historia influye en nosotros. Cuando surge un conflicto en el seno de una pareja, con disyuntivas tan graves como “De mayor, no seas como tu madre”, vemos aparecer relaciones con lo que el psicoanálisis nos permite aprender sobre la complejidad de las posturas edipianas y las identificaciones conscientes e inconscientes entre padres e hijos. Los hijos heredan las contradicciones no resueltas por los padres, el proyecto parental no es mecánico.
 Los hijos no son lo que los padres quieren que sean. En cambio, por la manera cómo un niño vive su futuro, las contradicciones que ha visto en el interior de la pareja paterna y en sus propias relaciones con ellos, le permiten entender algunas de las elecciones que hace, ya sean amorosas, profesionales, ideológicas o culturales. A menudo reemplazamos a alguien cuando nos ponen el nombre de alguien que ha fallecido, así, nos están asignados de manera inconsciente la tarea de ser como esa persona.
No siempre vivimos nuestro guion personal, sino que reproducimos el de un familiar. Todo tipo de problemas pueden ser consecuencia de lo que los muertos de la familia no pudieron liberarse de su traumatismo antes de morir, el fantasma es una patología del inconsciente que se trasmite de inconsciente a inconsciente en las relaciones de filiación, de experiencias olvidadas tanto de nuestros padres como de antepasados de varias generaciones atrás.
Al colocar al paciente en su contexto psico-político-económico-histórico a lo largo de años y bruscamente darse cuenta de las repeticiones crea una emoción lo suficientemente fuerte como para liberar la enfermo del peso de las lealtades familiares inconscientes, pero, cuando el secreto familiar esta tan oculto que resulta imposible tomar conciencia de el se recurre al análisis de sueños, asociaciones de ideas, recuerdos personales, grupo terapéutico, psicodrama.
El objetivo de la psicogenealogía, en tanto que psicoterapia es producir un cambio afectivo consistente en recuperar el amor a uno mismo, es decir, volver a quererse tal como se es. La gran originalidad de la psicogenealogía es que permite ver a los familiares ya no como dioses sino más bien como seres humanos, con sus debilidades, sus manías y sus sufrimientos. Para escapar de un discurso demasiado repetido es esencial el perdón. Es necesario afrontar el odio, el resentimiento y la frustración que nos atormentan, sentimientos de los que no siempre somos conscientes. Después, tenemos que entender que nuestros padres hicieron lo que pudieron. No vamos a sufrir toda la vida por haber sufrido. No podemos cambiar el pasado, pero sí que podemos cambiar las secuelas que el pasado ha dejado en nosotros. Ése es todo el trabajo de la psicogenealogía: renacer.
El ser humano tiene como objetivo, en esta vida, darle sentido a las cosas. La curación llega cuando nuestra historia encuentra un sentido. La familia nos dio la vida, las alegrías y las penas. Cuanto más sentido le demos a nuestra historia, menos intoxicación transmitiremos a nuestros hijos.  La psicogenealogía es una llave para explicar nuestra personalidad y nuestros comportamientos., es el conocimiento de uno mismo.
Toda familia se define con dos ejes complementarios: un eje horizontal y un eje vertical. El eje horizontal lo componen todas las personas que, en un momento dado, pueden estar en contacto físico. Pero también toda familia se define por un eje vertical, representado por los ascendientes y la genealogía que integra cada ser humano en una filiación. Todos descendemos de un hombre y una mujer, que también nacieron de un hombre y una mujer, y así sucesivamente. Es importante recordar que estos dos ejes son básicos para la construcción física del niño. Nadie se define únicamente a partir de sus contemporáneos o de sus ascendientes. Todos necesitamos de ambos.
La aspiración de pertenecer al grupo constituye en las capas más profundas del inconsciente, el principal motor de nuestros actos. La liberación de la persona pasa por el reconocimiento de sus lazos ancestrales, negarlos, detestarlos, insultar a padres y antepasados, para su recuerdo, dan rienda suelta a todos los sentimientos negativos que pueden llevar a culpabilizarnos a nivel de inconsciente y castigarnos.  El objetivo es darse cuenta de que todo eso es nuestra historia y que se tiene que hacer algo con ella. En otras palabras, hay que asumirla. Y para hacerlo hay que cambiar de estado de espíritu. Frente a un psicólogo, uno va a desenredar todos los hilos del argumento familiar, entender todo lo que ha estado en juego en el pasado, ver qué niños han sido su madre, su padre; explorar sus relaciones con la familia, con los hermanos y hermanas.
 
 En ningún caso se va a convertir en un en un observador de la vida relacional de sus padres, pero se compromete a descubrir las zonas que están en la sombra, lo que no se ha dicho. Y, de descubrimiento en descubrimiento, terminará por entender la disposición original de las cosas. Curarse es volver a estar en paz con uno mismo. La vida no es un río tranquilo pero, de todos modos, sigue siendo una invitación a la felicidad.  A veces, cuando alguien ha sufrido, adopta la posición de víctima y se pasa la vida sufriendo y haciendo sufrir a los demás. O, en caso contrario, da un paso adelante y pone todos los sufrimientos de su pasado al servicio de los demás. Así, por ejemplo, cuando un niño que ha sufrido en su infancia crece, intenta ser el padre o la madre perfectos. El problema llega cuando esa persona se queda encallada en la etapa de reparación dando mucho de los demás y olvidándose de él mismo.
Se puede empezar, por ejemplo, por esclarecer el deseo paterno de habernos traído al mundo, que no siempre es sencillo. Entre todas las llaves imprescindibles para abrir las puertas de la historia, los nombres también tienen un papel muy importante. Cuando hay lagunas o vacíos, nunca es por casualidad. Significa que hubo algún conflicto entre la madre y sus padres o el padre y sus padres. También puede ser un secreto de familia. Podemos buscarlos en las repeticiones de las pautas de comportamiento. Repetir es actuar en función de la historia familiar de cada uno. El fenómeno de la repetición consiste en repetir los mismos argumentos, seguir los mismos valores y calcar las fechas de aniversario.
Pero no es un fenómeno sistemático. Hay quien, por ejemplo, puede comportarse de modo completamente opuesto. Lo llamamos los “contra argumentos”. Pase lo que pase, las repeticiones nos acompañarán, inconscientemente, a lo largo de nuestra vida. Sin embargo, adquieren varias formas, desde las más anodinas a las más increíbles, y en todos los terrenos, incluso los más insospechados como, por ejemplo, la cocina, en los gustos a la hora de cocinar; pero también en el estilo de vestir y en la relación con el dinero. Obviamente, hay muchas repeticiones en la elección de un trabajo, en la manera de trabajar, etc. Todos funcionamos con una combinación de ambición propia y el inconsciente familiar.
Evidentemente, y sin quererle robar toda la magia al amor, hay que saber que el terreno afectivo tampoco está exento de la influencia de nuestros antepasados. El amor no es una lotería y detrás del misterio de las relaciones y todas las cuestiones que provocan las elecciones amorosas suelen esconderse repeticiones familiares. Los amores a primera vista no suceden por casualidad. La elección se puede hacer siguiendo un deseo del orden transgeneracional. Aparentemente, se trata de una verdadera historia de amor pero, en realidad, ya hacía mucho tiempo que las respectivas familias de esas dos personas trabajaban para unirlos. Al descodificar las señales, muchos individuos podrían descubrir el secreto de sus antepasados. Nuestras elecciones amorosas son afectivas, sexuales y sociales al mismo tiempo.
Es muy interesante entender cómo las posturas afectivas están relacionadas con las sociales. Un matrimonio es horrible cuando las dos partes vienen de clases sociales distintas, pero las posibles combinaciones son infinitas. Una familia siempre son dos líneas que derivan en cuatro y, por lo tanto, no es estable. En cada generación hay algo que se reproduce, que se transforma. La familia se crea por los hijos, no por la pareja. El hijo es el punto de unión entre los padres, es el resultado de la alianza del padre y la madre, así como de sus familias. Por lo tanto, hay una postura genealógica que atraviesa la historia de la pareja y de los hijos.
 La herencia que todos recibimos cuando nacemos nos marcará a la hora de construirnos nuestra propia identidad e influirá en nuestro futuro social. También tenemos que algunas mujeres se quejan de tener mala suerte con los hombres o que siempre acaban con el mismo tipo de hombre que las hace sufrir, en este caso hay que preguntarse: ¿Qué imágenes del hombre y la mujer se han vehiculado a través de mi familia? ¿Cuáles son las deudas que, por fidelidad reproduciré? ¿Tengo mala suerte porque, en mi historial familiar, parece prohibido ser feliz con un hombre?
Otro fenómeno de repetición muy frecuente es la maternidad. Algunas mujeres se  quedan embarazadas a la misma edad que sus madres, mientras que otras sufren abortos naturales que recuerdan otros pasados. Como fruto de nuestra historia, las grandes etapas afectivas padecen la ley de la descendencia. Y con la salud pasa algo parecido. Podemos sufrir enfermedades que retomen afecciones de parientes más o menos lejanos. Como puede comprobar, puede que toda la vida esté influida por las repeticiones.
No hay nada más tóxico que un secreto de familia, y las repeticiones son muy claras. A partir del momento en que se disimula un acontecimiento o una actitud, va a repetirse infaliblemente. Para poder hablar de un secreto de familia, tiene que existir la vergüenza, y la vergüenza engendra toxicidad. Un secreto de familia es un auténtico veneno. El inconsciente lo ha guardado y volverá a salir a la luz.
Si te interesa conocer más te recomiendo leer a: Anne Ancelin Shützenberger, Alejandro Jorodowsky, Bert Hellinger, Didier Dumas, Chantal Rialland, Serge Tisseron, Vincent De Gaulejar.
Film recomendado para este tema: “Festen “de Thomas Vinterberg

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