Nuestro árbol genealógico no es pasado, sino
que está vivo y presente en el interior de cada uno de nosotros. Cuando lo
conocemos nos permitimos adentrarnos a nuestra historia familiar y aunque
desconozcamos nuestro pasado familiar, poco a poco, los datos que poseamos irán
atándose para darle sentido y con ello, claridad a las épocas y
acontecimientos. Estamos determinados por toda la cascada de influencias que
llegan de todo nuestro árbol genealógico. Por este método nos encontraremos con
que ciertas situaciones negativas o positivas se repiten de generación tras
generación. La historia familiar tiene una influencia en nuestro presente, está
siempre nos devolverá al pasado a repetir las mismas situaciones de manera
inconsciente a menos que decidamos romper los anclajes transgenealógicos.
Para conocer la constitución de la psique
necesitamos reconstruir los momentos claves presentes en nuestra familia tales
como enfermedades, matrimonios, segundas nupcias, accidentes, mudanzas,
desarraigos, cambios de clase social, quiebra económica, fortunas,
participación en alguna guerra, muertes prematuras, alcoholismo, enfermedades mentales,
internamiento en cárceles, elección de profesiones. Poniendo estos datos usando
el método de la genosociograma, que es una especie de árbol genealógico que
prioriza los acontecimientos sorprendentes o chocantes tanto para bien como
para mal, va mostrando gráficamente así el sentido de los principales lazos
afectivos positivos, negativos u olvidados, Este método se usa para que el
paciente pueda salir destino repetitivo ya que al comprender los lazos que se
han tejido en nuestra familia descubrimos los dramas secretos, palabras que
nunca se dijeron y duelos inacabados.
Cuando vivimos en grupo tenemos lealtades
invisibles e identificaciones inconscientes repetitivas (alegres o trágicas)
que nos obligan a repetir las tareas interrumpidas porque no están terminadas.
Nosotros nos comunicamos de inconsciente a inconsciente, lo que Moreno
denominaba el Inconsciente familiar o de grupo y cuando el sentimiento de
pertenencia a un grupo es claro, uno adopta el inconsciente del grupo, esto lo
vemos claramente en el grupo primario que es la familia, pero también puede
suceder con otros grupos no sanguíneos como son las bandas, ejército,
comunidades, partidos, asociaciones, etc., que les estemos prestando juramento
y cuyos valores se conviertan en los nuestros. Al repetir lo que vivieron
nuestras antepasados estamos manteniéndonos fieles a ellos y cuando algo se ha
vivido como algo injusto para el grupo y no se vive el proceso de duelo, la
herida queda abierta por siempre.
Cuando ocultamos hechos familiares
negativos creamos una capa oscura, ese silencio creara una zona de sombras en
la memoria de un familiar que para llevar el vacío y lagunas y se repetirá en
un cuerpo de la familia el drama que han intentado ocultarle, recordemos que
los seres humanos nos comunicamos con el lenguaje pero también con el cuerpo,
los gestos, el tono de voz, la respiración, la actitud, el estilo de vestir,
los silencios, las evasiones a diferentes temas. Los secretos de la familia
pasan a través de una memoria transgeneracional que si bien en psicología lo
conocemos como efecto Zelgarnick y este consta de que los actos interrumpidos
se pueden repetir una y otra vez a lo largo de la vida de un individuo y en
este sentido entra la terapia para ayudar a revivir y superar los duelos no realizados
de los dramas pasados. Para evitar la repetición es necesario tener conciencia
de ella.
El ser humano está hecho de manera que
siempre hay algo, una fuerza interior, un instinto, que lo obliga a hacerse
representaciones de las situaciones que atraviesa. Es una característica
humana; desde el momento en que vivimos un acontecimiento importante, le damos
una representación que puede adoptar formas múltiples. La vida familiar está
permanentemente bajo el signo de estos cambios. Ahora bien, cuando los miembros
del grupo viven algo de manera muy intensa y no les pueden otorgar
representación verbal, van a traducirlo inconscientemente.
Conocer los secretos de familia no libera
a nadie de su carga, pero le permite comprometerse con un proceso terapéutico
con mucha más eficacia. Empezar una psicoterapia con un secreto de familia
sobre nuestras espaldas, sin saberlo, es correr el riesgo de hacer un largo
análisis sin avanzar. En ningún caso se trata de una repetición sencilla. Lo
que se repite de generación en generación son las contradicciones no resueltas
por los padres o los conflictos no resueltos. Sin embargo, no se repiten de la
misma forma porque nunca se dan, exactamente, en el mismo contexto; el contexto
social cambia y el trabajo del individuo en relación con su historia hace que
las cosas evolucionen. Al mismo tiempo, el hecho de reconocer esta filiación
permite construirse sobre el deseo de recuperar la posición perdida. El secreto
influye, inconscientemente, en las elecciones que los individuos hacen.
En este método no se trata del
inconsciente en el sentido freudiano de la palabra. Este inconsciente familiar
no es objeto de rechazos, como un impulso prohibido que uno se niega a saciar.
Aquí hablamos de un fantasma que vive aun entre la familia. El fantasma es una
estructura emocional familiar o colectiva que simula que no lo hemos enterrado
y eso inevitablemente estará determinando nuestra salud o nuestros problemas
psíquicos, así como nuestro destino.
El hecho de que la transmisión de la vida
sea orquestada por un ciclo de tres generaciones es una dimensión antropológica
universal. Este ciclo, por ejemplo, estaba implícito en la pregunta que la
Esfinge le formuló a Edipo: “¿Cuál es el animal que por la mañana tiene cuatro
patas, al medio día tiene dos y por la noche tiene tres?” Edipo respondió: “el
hombre”. La respuesta no es ningún misterio porque su historia no es sólo una
historia de pies, sino una historia de pies inscrita en su genealogía paterna.
Edipo significa pie hinchado, su padre se llamaba el “patoso” y su abuelo, el
“cojo”. Este ciclo aparece en todas las culturas, porque es el de la
identificación: para poder construirse, al principio el niño debe poder
identificarse con lo que se desplace a cuatro patas, es decir, consigo mismo,
con su yo y con su nombre, Alrededor de los cuales construye sus estructuras
mentales.
Más tarde, para integrar la sexualidad, debe identificarse con los
que van a dos patas, con sus padres; y para entender la muerte, debe hacerlo
con los que van a tres patas, es decir, sus abuelos. Cuanto mejor entendamos
nuestras raíces, mejor podremos librarnos de ellas. Y no es que la historia
familiar cambie, porque no se puede cambiar el pasado, sino que se modifica la
manera en que la historia influye en nosotros. Cuando surge un conflicto en el
seno de una pareja, con disyuntivas tan graves como “De mayor, no seas como tu
madre”, vemos aparecer relaciones con lo que el psicoanálisis nos permite
aprender sobre la complejidad de las posturas edipianas y las identificaciones
conscientes e inconscientes entre padres e hijos. Los hijos heredan las
contradicciones no resueltas por los padres, el proyecto parental no es
mecánico.
Los
hijos no son lo que los padres quieren que sean. En cambio, por la manera cómo
un niño vive su futuro, las contradicciones que ha visto en el interior de la
pareja paterna y en sus propias relaciones con ellos, le permiten entender
algunas de las elecciones que hace, ya sean amorosas, profesionales,
ideológicas o culturales. A menudo reemplazamos a alguien cuando nos ponen el
nombre de alguien que ha fallecido, así, nos están asignados de manera
inconsciente la tarea de ser como esa persona.
No siempre vivimos nuestro guion personal,
sino que reproducimos el de un familiar. Todo tipo de problemas pueden ser
consecuencia de lo que los muertos de la familia no pudieron liberarse de su
traumatismo antes de morir, el fantasma es una patología del inconsciente que
se trasmite de inconsciente a inconsciente en las relaciones de filiación, de
experiencias olvidadas tanto de nuestros padres como de antepasados de varias
generaciones atrás.
Al colocar al paciente en su contexto
psico-político-económico-histórico a lo largo de años y bruscamente darse
cuenta de las repeticiones crea una emoción lo suficientemente fuerte como para
liberar la enfermo del peso de las lealtades familiares inconscientes, pero,
cuando el secreto familiar esta tan oculto que resulta imposible tomar
conciencia de el se recurre al análisis de sueños, asociaciones de ideas,
recuerdos personales, grupo terapéutico, psicodrama.
El objetivo de la psicogenealogía, en
tanto que psicoterapia es producir un cambio afectivo consistente en recuperar
el amor a uno mismo, es decir, volver a quererse tal como se es. La gran
originalidad de la psicogenealogía es que permite ver a los familiares ya no
como dioses sino más bien como seres humanos, con sus debilidades, sus manías y
sus sufrimientos. Para escapar de un discurso demasiado repetido es esencial el
perdón. Es necesario afrontar el odio, el resentimiento y la frustración que
nos atormentan, sentimientos de los que no siempre somos conscientes. Después,
tenemos que entender que nuestros padres hicieron lo que pudieron. No vamos a
sufrir toda la vida por haber sufrido. No podemos cambiar el pasado, pero sí
que podemos cambiar las secuelas que el pasado ha dejado en nosotros. Ése es
todo el trabajo de la psicogenealogía: renacer.
El ser humano tiene como objetivo, en esta
vida, darle sentido a las cosas. La curación llega cuando nuestra historia
encuentra un sentido. La familia nos dio la vida, las alegrías y las penas.
Cuanto más sentido le demos a nuestra historia, menos intoxicación
transmitiremos a nuestros hijos. La psicogenealogía es una llave
para explicar nuestra personalidad y nuestros comportamientos., es el
conocimiento de uno mismo.
Toda familia se define con dos ejes
complementarios: un eje horizontal y un eje vertical. El eje horizontal lo
componen todas las personas que, en un momento dado, pueden estar en contacto
físico. Pero también toda familia se define por un eje vertical, representado
por los ascendientes y la genealogía que integra cada ser humano en una
filiación. Todos descendemos de un hombre y una mujer, que también nacieron de
un hombre y una mujer, y así sucesivamente. Es importante recordar que estos
dos ejes son básicos para la construcción física del niño. Nadie se define
únicamente a partir de sus contemporáneos o de sus ascendientes. Todos
necesitamos de ambos.
La aspiración de pertenecer al grupo
constituye en las capas más profundas del inconsciente, el principal motor de
nuestros actos. La liberación de la persona pasa por el reconocimiento de sus
lazos ancestrales, negarlos, detestarlos, insultar a padres y antepasados, para
su recuerdo, dan rienda suelta a todos los sentimientos negativos que pueden
llevar a culpabilizarnos a nivel de inconsciente y castigarnos. El
objetivo es darse cuenta de que todo eso es nuestra historia y que se tiene que
hacer algo con ella. En otras palabras, hay que asumirla. Y para hacerlo hay que
cambiar de estado de espíritu. Frente a un psicólogo, uno va a desenredar todos
los hilos del argumento familiar, entender todo lo que ha estado en juego en el
pasado, ver qué niños han sido su madre, su padre; explorar sus relaciones con
la familia, con los hermanos y hermanas.
En
ningún caso se va a convertir en un en un observador de la vida relacional de
sus padres, pero se compromete a descubrir las zonas que están en la sombra, lo
que no se ha dicho. Y, de descubrimiento en descubrimiento, terminará por
entender la disposición original de las cosas. Curarse es volver a estar en paz
con uno mismo. La vida no es un río tranquilo pero, de todos modos, sigue
siendo una invitación a la felicidad. A veces, cuando alguien ha sufrido,
adopta la posición de víctima y se pasa la vida sufriendo y haciendo sufrir a
los demás. O, en caso contrario, da un paso adelante y pone todos los
sufrimientos de su pasado al servicio de los demás. Así, por ejemplo, cuando un
niño que ha sufrido en su infancia crece, intenta ser el padre o la madre
perfectos. El problema llega cuando esa persona se queda encallada en la etapa
de reparación dando mucho de los demás y olvidándose de él mismo.
Se puede empezar, por ejemplo, por
esclarecer el deseo paterno de habernos traído al mundo, que no siempre es
sencillo. Entre todas las llaves imprescindibles para abrir las puertas de la
historia, los nombres también tienen un papel muy importante. Cuando hay
lagunas o vacíos, nunca es por casualidad. Significa que hubo algún conflicto
entre la madre y sus padres o el padre y sus padres. También puede ser un
secreto de familia. Podemos buscarlos en las repeticiones de las pautas de
comportamiento. Repetir es actuar en función de la historia familiar de cada
uno. El fenómeno de la repetición consiste en repetir los mismos argumentos,
seguir los mismos valores y calcar las fechas de aniversario.
Pero no es un
fenómeno sistemático. Hay quien, por ejemplo, puede comportarse de modo
completamente opuesto. Lo llamamos los “contra argumentos”. Pase lo que pase,
las repeticiones nos acompañarán, inconscientemente, a lo largo de nuestra
vida. Sin embargo, adquieren varias formas, desde las más anodinas a las más
increíbles, y en todos los terrenos, incluso los más insospechados como, por
ejemplo, la cocina, en los gustos a la hora de cocinar; pero también en el
estilo de vestir y en la relación con el dinero. Obviamente, hay muchas
repeticiones en la elección de un trabajo, en la manera de trabajar, etc. Todos
funcionamos con una combinación de ambición propia y el inconsciente familiar.
Evidentemente, y sin quererle robar toda
la magia al amor, hay que saber que el terreno afectivo tampoco está exento de
la influencia de nuestros antepasados. El amor no es una lotería y detrás del
misterio de las relaciones y todas las cuestiones que provocan las elecciones
amorosas suelen esconderse repeticiones familiares. Los amores a primera vista
no suceden por casualidad. La elección se puede hacer siguiendo un deseo del
orden transgeneracional. Aparentemente, se trata de una verdadera historia de
amor pero, en realidad, ya hacía mucho tiempo que las respectivas familias de
esas dos personas trabajaban para unirlos. Al descodificar las señales, muchos
individuos podrían descubrir el secreto de sus antepasados. Nuestras elecciones
amorosas son afectivas, sexuales y sociales al mismo tiempo.
Es muy interesante entender cómo las
posturas afectivas están relacionadas con las sociales. Un matrimonio es
horrible cuando las dos partes vienen de clases sociales distintas, pero las
posibles combinaciones son infinitas. Una familia siempre son dos líneas que
derivan en cuatro y, por lo tanto, no es estable. En cada generación hay algo
que se reproduce, que se transforma. La familia se crea por los hijos, no por
la pareja. El hijo es el punto de unión entre los padres, es el resultado de la
alianza del padre y la madre, así como de sus familias. Por lo tanto, hay una
postura genealógica que atraviesa la historia de la pareja y de los hijos.
La
herencia que todos recibimos cuando nacemos nos marcará a la hora de
construirnos nuestra propia identidad e influirá en nuestro futuro social.
También tenemos que algunas mujeres se quejan de tener mala suerte con los
hombres o que siempre acaban con el mismo tipo de hombre que las hace sufrir,
en este caso hay que preguntarse: ¿Qué imágenes del hombre y la mujer se han
vehiculado a través de mi familia? ¿Cuáles son las deudas que, por fidelidad
reproduciré? ¿Tengo mala suerte porque, en mi historial familiar, parece
prohibido ser feliz con un hombre?
Otro fenómeno de repetición muy frecuente
es la maternidad. Algunas mujeres se quedan embarazadas a la misma edad
que sus madres, mientras que otras sufren abortos naturales que recuerdan otros
pasados. Como fruto de nuestra historia, las grandes etapas afectivas padecen
la ley de la descendencia. Y con la salud pasa algo parecido. Podemos sufrir
enfermedades que retomen afecciones de parientes más o menos lejanos. Como
puede comprobar, puede que toda la vida esté influida por las repeticiones.
No hay nada más tóxico que un secreto de
familia, y las repeticiones son muy claras. A partir del momento en que se
disimula un acontecimiento o una actitud, va a repetirse infaliblemente. Para
poder hablar de un secreto de familia, tiene que existir la vergüenza, y la
vergüenza engendra toxicidad. Un secreto de familia es un auténtico veneno. El
inconsciente lo ha guardado y volverá a salir a la luz.
Si te interesa conocer más te recomiendo leer a: Anne
Ancelin Shützenberger, Alejandro Jorodowsky, Bert Hellinger, Didier Dumas,
Chantal Rialland, Serge Tisseron, Vincent De Gaulejar.
Film recomendado para este tema: “Festen “de Thomas
Vinterberg
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