Tristeza = espalda encorvada Cuando nos sentimos tristes, la espalda se repliega
sobre sí misma. Para contrastar esa carga, tenemos que recuperar la posición erecta e intentar caminar más erguidas. Para empezar a cambiar la perspectiva, lo mejor es hacer algo por nosotras mismas, como darnos un masaje o apuntarnos a algún curso interesante
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