ཨོཾ་མ་ཎི་པ་དྨེ་ཧཱུྃ།

jueves, 6 de agosto de 2020

El desafío. Cuento budista sobre los obstáculos y la necesidad de luchar en la vida




Hace mucho, un anciano campesino, harto de tener que sufrir para proteger su campo de las tormentas y la sequía, decidió hablar con Dios:

– Escúchame, Dios, necesito pedirte algo.

– ¿Qué quieres? – respondió Él.

– Estoy cansado de trabajar cada día el campo y perder muchas veces la cosecha de trigo por culpa de una tormenta o una despiadada ola de sequía. La gente termina pasando hambre… Tal vez no sepas como yo, que soy campesino, cómo debe ser el tiempo. Deja que yo decida durante un año y verás cómo desaparecen la pobreza y el hambre.

Dios le miró compasivo y asintió.

– De acuerdo, acepto el reto. Tú me dirás durante un año cómo quieres que sea el tiempo.

Y así fue: durante un año entero, el campesino iba pidiendo sol o lluvia según lo deseaba. Y todo fue muy tranquilo. Apenas tuvo que trabajar y en primavera, justo un año después, fue a hablar con Dios. El trigo había crecido mucho, más que ningún otro año, y el campesino estaba orgulloso:

– ¿Ves cómo tenía razón? – dijo el anciano-. El trigo está tan alto que tendremos alimento para varios años.

– Ya veo- respondió Dios- Cierto, ha crecido mucho. Pero… ¿Te has asegurado de que los granos sean buenos?

El campesino tomó entonces un grano de trigo y lo abrió. ¡Estaba vacío!

– ¿Cómo es posible? – preguntó alarmado el campesino.

– Sin obstáculos, es imposible crecer. Sin desafíos, sin tormentas, truenos o granizo, el trigo no se fortalece. Le pusiste todo tan fácil, que el trigo creció sin alma, vacío

El campesino entonces lo entendió todo.

Qué temas puedes trabajar con este cuento corto de El desafío

Usa este fantástico cuento budista para reflexionar sobre:

– Los desafíos de la vida.

– La pereza.

– El valor del esfuerzo y el de la perseverancia.

Reflexiones sobre este cuento budista para niños y mayores

Sí, los desafíos en la vida son necesarios, también el esfuerzo y la perseverancia, porque en definitiva son los que nos ayudan a madurar y a crecer como personas:

No se consigue ningún logro sin desafíos: un atleta que gana una carrera saborea la miel del triunfo porque antes de llegar a él tuvo que superar el agrio sabor de la derrota. La vida es una carrera de obstáculos, de caídas y frustraciones que nos ayudan a madurar, a crecer, a mejorar y a superarnos cada día.

El alma del trigo es tu alma: cuando en este relato se habla del alma del trigo, se usa de forma metafórica para hablar de nuestro interior. Nosotros somos en definitiva como ese trigo y al igual que él, necesitamos el imprevisto de una tormenta que nos mantenga alerta, la dureza de un granizo que nos hace más fuertes o la intensa sequía que nos ayuda a incentivar el ingenio. Sobrevivir es eso, en definitiva. Esforzarse, perseverar, sobreponerse a un revés, caerse y levantarse una y mil veces. Si no hubiera obstáculos, nos pasaría como al trigo, y todos terminaríamos acomodándonos hasta el punto de vaciarnos del todo.

Los obstáculos nos hacen fuertes: no se trata de querer sufrir, pero es cierto que las pruebas y los obstáculos que encontramos por el camino de la vida, nos hacen fuertes y van llenando nuestro interior de sabiduría. De todo ello aprendemos y con todo ello nos modelamos. Debemos aprender a valorar la vida haciendo frente a las dificultades que implica vivir.

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