Chotrul
Duchen, último día de las celebraciones de Losar y considerado el Día de los
Milagros. ¿Por qué se llama así a este día de luna llena?
Es debido a lo que aconteció durante quince días de la vida del Buda Sakyamuni
en estas mismas fechas, según el calendario lunar que siglos después se
adoptaría como calendario tibetano. En esta jornada, los méritos acumulados por
la práctica de Dharma se multiplican por cien millones. Conozcamos la historia:
El
rey Bimbisara animó a sus súbditos a escuchar al Buda, que se encontraba en
Rajagrija. El hermano del rey rechazaba al Buda porque seguía a otros seis
maestros por quienes tenía mucha devoción, pero por respeto a su hermano hizo
una gran fiesta pública para que fuese mucha gente, incluso el Buda con muchos
monjes que estaban con él. Pero en la fiesta había preparados seis asientos
altos especialmente para sus seis maestros. Al sentarse, llegó el Buda con sus
monjes y según se acercaban a los últimos huecos libres que había en el suelo,
de pronto los seis maestros aparecían en el suelo y el Buda aparecía sentado en
el trono más alto. Esto pasó tres veces y los seis gurús decidieron quedarse en
el suelo y ceder al Buda el asiento más alto.
Antes
de servir la comida, se ofreció agua para que los invitados se pudiesen lavar
las manos. El hermano del rey ofreció agua primero al Buda, pero éste le dijo
que la ofreciese a sus maestros primero, pero cuando inclinaba la jarra, no
salía nada. Fue a probar con el Buda y para él sí hubo agua. Después de él, pudieron
lavarse los demás.
Antes
de comer, de nuevo el hermano del rey pidió al Buda bendecir la comida, y de
nuevo pidió que lo hiciesen sus maestros, pero éstos gesticulaban sin poder
articular palabra, dando a entender que debía hacerlo el Buda. Lo hizo con una
voz muy clara y bonita y cuando iban a servirle la comida, una vez más dijo que
primero debían servir a los seis maestros. Pero cada vez que iban a meterse
algo en la boca, salía volando por los aires. Así que sirvieron primero al Buda
y entonces pudieron comer todos.
Después
de comer, se pidió al Buda una enseñanza y él pidió a los seis maestros que
hablasen. De nuevo, no pudieron hablar y pidieron con gestos al Buda que
hablase él. El Buda habló y todos los presentes pudieron oírle y aprovechar sus
palabras, tanto que muchos de ellos alcanzaron realizaciones muy elevadas, y
desde aquel día se decidió que aquel reino seguiría las enseñanzas del Buda.
Después
de la reunión los seis maestros se fueron enfadados por haber perdido a sus
discípulos. Invocaron a los demonios para enfrentarse al Buda. Fueron al
mercado y mostraron poderes extraordinarios, haciendo surgir agua, fuego y
luces de colores de sus propios cuerpos. La gente se quedó maravillada y pensó
que eran grandes maestros y retaron al Buda: Por cada milagro que él hiciese,
ellos harían el doble para demostrar sus poderes y ganarse el respeto de la
gente.
Cuando
se lo dijeron a Bimbisara, el rey se rio de ellos, diciendo que aquello era
como si una luciérnaga quisiera compararse con la luz del sol, o como si el
agua que deja un buey al pisar sobre el barro quisiera compararse con el
océano. Pero los seis maestros siguieron adelante en su empeño.
Bimbisara
fue a ver al Buda para contárselo y éste le dijo que preparase un sitio y que
ya llegaría el momento, a lo que el rey dispuso un prado despejado. Pero cuando
todo el mundo le esperaba, el Buda salió de Rajagrija en dirección a la vecina
Vaisali. Allí, los vecinos le dieron la bienvenida. Cuando se enteraron los
seis maestros, dijeron que eran un cobarde que les tenía miedo, y fueron a
decírselo al rey de Vaisali. El Rey de Rajagrija también acudió con una gran
comitiva de elefantes, caballos, carruajes y miles de curiosos. Pero el Buda
repitió al rey de Vaisali que todo llega en su debido momento, y de nuevo le
pidió preparar un sitio.
Pero
el Buda se volvió a ir, de Vaisali a Kausambi a War a Tigitsashiri a Kapila (el
reino de su propio padre) para acabar finalmente en Sravasti, donde gobernaba
el rey Prasenajijt. Todos los reyes de los reinos que había visitado le habían
seguido hasta Sravasti, acompañado cada uno por miles de personas, además de
los seis maestros y sus noventa mil discípulos. Le volvieron a llamar cobarde,
y el rey Prasenajit se rió de ellos, diciendo que pretendían retar al Rey del
Dharma. Visitó al Buda, y le pidió que combatiese los poderes mágicos de los
maestros, poniendo a su disposición una gran superficie con ofrecimientos de incienso,
estandartes y un gran trono.
DÍA
1 – El Buda se sentó en el trono ante la multitud y tras recibir los
ofrecimientos del rey Prasenajit, cogió un palillo de dientes y lo colocó en el
suelo, creciendo hasta transformarse en un árbol gigantesco, con ramas de
varios kilómetros llenas de hojas, flores, frutos y joyas de todo tipo,
emanando una luz multicolor de la misma intensidad que la luz del sol y de la
luna juntos. Cuando el viento mecía las ramas, el sonido que se oía era de
enseñanzas de Dharma. Después, el Buda habló personalmente y muchos de los
presentes alcanzaron los primeros estadios de iluminación y millones de seres
crearon la causa para renacer en reinos favorables, algo que se repetiría en
los días siguientes.
DÍA
2 – El Buda giró la cabeza a derecha e izquierda, y a ambos lados del trono
surgió una montaña de joyas, cada una con un riachuelo de agua con ocho sabores
diferentes. Una de las montañas estaba cubierta con pasto para dar de comer a
los animales, y la otra estaba cubierta con comida para los humanos.
Seguidamente ofreció una enseñanza sobre las capacidades de cada persona.
DÍA
3 – El Buda se enjuagó la boca con agua después de comer. Cuando escupió, en el
suelo se formó un lago de trescientos kilómetros de extensión. Su agua tenía
ocho sabores diferentes, y el fondo estaba cubierto por distintos tipos de
joyas. Aparecieron en su superficie una enorme cantidad de flores de loto de
todos los colores, llenando el ambiente de fragancia y desplegando cada una
rayos de luz en todas direcciones para que todos las pudieran ver. Después,
ofreció otra enseñanza.
DÍA
4 – El Buda formó un pozo con ocho manantiales que fluían en círculo, volviendo
a desembocar en el pozo. En el sonido del agua la gente pudo oir enseñanzas
sobre los cinco poderes, las cinco fuerzas, los sietes aspectos de la mente
iluminada, el óctuple noble sendero, los tres principios del camino a la
liberación, los seis tipos de omnisciencia y los cuatro pensamientos
inconmensurables.
DÍA
5 – Desde el cuerpo del Buda brilló una luz dorada que llenó el mundo entero,
alcanzando a todos los seres y purificando los engaños de los tres venenos,
siendo todos ellos pacificados de cuerpo y mente. Después, volvió a dar
enseñanzas.
DÍA
6 – El Buda hizo que todos los presentes pudieran ver la mente de los demás
para que pudiesen ver los pensamientos buenos y malos de todos. Todos ellos
generaron una gran devoción y alabaron la sabiduría del Buda. A continuación
dió enseñanzas.
DÍA
7 – Tras recibir ofrecimientos de su propio linaje real, los Sakya, bendició a
los presentes de forma que todos ellos se convirtieron espontáneamente en reyes
universales del Dharma, cada uno de ellos en posesión de siete joyas mágicas.
Cada uno de estos seres regio un pequeño país y tuvieron a su cargo muchos ministros
muy leales, fueron muy felices y el Buda les hizo saber que tenían una gran fe.
DÍA
8 – El dios Indra visitó al Buda y preparó un gran trono para él, y tanto Indra
como Brahma colocaron ofrecimientos a su derecha. Se postraron ante él a lo que
el Buda respondió haciendo el mudra de tocar la tierra con la punta de los
dedos, momento en que se oyó el sonido de elefantes. Aparecieron cinco demonios
gritando, destruyendo los tronos de los seis maestros. A continuación se
manifestó Vajrapani, disparando rayos de fuego desde la punta de su dorje. Los
seis maestros se aterrorizaron al verle, saltaron al agua y desaparecieron, con
lo que sus noventa mil discípulos renunciaron a ellos y en aquel mismo momento
tomaron refugio en el Buda, pidiéndole ser ordenados como monjes. El Buda les dio
la bienvenida y sus barbas desaparecieron de repente. Les enseñó a todos ellos,
convirtiéndose los noventa mil en arhats. Después, del Buda surigeron 84 mil
rayos de luz, iluminando el cielo entero. Al final de cada rayo de luz había un
loto, y sobre cada uno de esos lotos había a su vez un Buda rodeado de sus
asistentes, enseñando el Dharma. Todos sintieron una inmensa alegría al
contemplar todo esto y generaron una gran fe. A continuación, el Buda ofreció
otra enseñanza.
DÍA
9 – El Buda expandió su propio cuerpo hasta alcanzar el cielo más alto de
Brahma, desplegando rayos de luz en todas direcciones y ofreciendo una
enseñanza bajo este aspecto.
DÍA
10 – Los cuatro grandes reyes invitaron al Buda a hablar. De nuevo, expandió su
cuerpo mostrándolo del mismo tamaño que el propio Samsara, desplegando luz
dorada en todas direcciones y siendo la propia luz lo que emanaba las
enseñanzas.
DÍA
11 – Aunque los presentes no podían ver su cuerpo directamente mientras el Buda
se encontraba en meditación, su cuerpo emitió luz dorada y pudo oirse una
potente voz, con la que ofreció su enseñanza.
DÍA
12 – El Buda volvió a hacer meditación sobre el amor supremo, emanando luz
dorada que se expandía por todos los mundos. Esta luz eliminó los tres venenos
de las mentes de todos los seres, multiplicando su compasión, y todos ellos se
amaron como un padre y una madre ama a sus hijos.
DÍA
13 – Sentado en su trono y de su ombligo surgieron dos rayos de luz de quince
metros. A cada extremo había un loto, y en cada loto un buda. A su vez, del
ombligo de cada buda surgían dos rayos de luz, cada uno con lotos y budas, y
así hasta llenar la totalidad del espacio, y cuando el espacio estuvo lleno de
budas, éstos mostraron su enseñanza.
DÍA
14 – El rey Udrayana arrojó flores ante el Buda y al tocar el suelo se
transformaron en cincuenta carruajes elaborados con joyas preciosas, y el Buda
ofreció enseñanzas que se pudieron oir en todos los distintos mundos.
DÍA
15 – El rey Bimbisara ofreció regalos al Buda y éste le respondió pidiéndole
traer recipientes para la comida. Los recipientes se llenaron todos con comida
de cien sabores diferentes. Cuando todos los presentes comieron, sus cuerpos y
sus mentes se sintieron totalmente satisfechos. El Buda les preguntó si existe
alguna miseria en el mundo que no tenga medida. Mediante su bendición los ocho
tipos de demonios se dieron cuenta de que su miseria se debía a las causas que
habían generado antes, por lo que generaron fe en el Buda. Y una vez más, como
cada día, el Buda ofreció enseñanzas que de forma espontánea hicieron que los
presentes alcanzaran enormes realizaciones.
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