ཨོཾ་མ་ཎི་པ་དྨེ་ཧཱུྃ།

miércoles, 20 de enero de 2016

El valor del tiempo



Los tres últimos deseos de Alejandro Magno
Encontrándose al borde de la muerte, Alejandro convocó a sus generales y les comunicó sus tres últimos deseos:
  • Que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los propios médicos de la época.
  • Que los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras preciosas... ), fueran esparcidos por el camino hasta su tumba, y...
  • Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, y a la vista de todos.

Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó a Alejandro cuáles eran sus razones.

Alejandro contestó al general:
  • Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así mostrar que ellos no tienen, ante la muerte, el poder de curar.
  • Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen.
  • Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos.
 “EL TIEMPO” es el tesoro más valioso que tenemos

El valor del tiempo
Es importante conocer el valor del tiempo, puesto que el tiempo es vida. Por ello no debemos malgastar nuestro tiempo en cosas que no sean de beneficio para uno mismo, para nuestra familia, para la sociedad o para la humanidad en general.
Si existe algo que debemos apreciar en nuestra vida es el tiempo. Apreciarlo, por su importancia y porque su incorrecta gestión, puede influir negativamente en la toma de decisiones, en el trabajo realizado, en abordar nuevas o viejas relaciones y en definitiva, en la marcha de nuestra vida.
El tiempo es inflexible, pasa y no se detiene, aunque a veces tengamos la sensación de todo lo contrario. Es, en apariencia, una variable que no podemos modificar. No podemos, alargarlo, estirarlo, comprarlo o detenerlo. Sin embargo, podemos llegar a controlarlo.
Seguro que cualquiera conoce a personas excesivamente atareadas, cargadas de trabajo que exclaman una y otra vez "no tengo tiempo", "me faltan horas" y expresiones parecidas. ¿Es el tiempo el que nos controla o podemos controlarlo nosotros a él? Esa es la cuestión que cualquier persona debería plantearse.
En nuestra vida las actividades deben ordenarse de acuerdo a su nivel de importancia, en primer lugar debe ser realizado lo importante, en segundo lugar lo urgente. Si actuamos en el orden inverso nunca lo urgente nos permitirá realizar lo importante, y así aquello que valoramos será postergado y posiblemente nunca se realizará.

El tiempo posee ciertas características, entre las cuales destacan las siguientes:

1º El tiempo pasa rápidamente.

2ª El tiempo que ha pasado nunca retornará, ni puede ser compensado.

3ª El tiempo es la cosa más preciosa que poseemos.

De hecho, perder el tiempo es mucho más peligroso que malgastar el dinero, porque a diferencia del dinero el tiempo no puede ser compensado. Tener tiempo libre es una bendición a menudo pasada por alto, y no apreciada por mucha gente. Un viejo proverbio Sufí dice: “Hay dos favores de la providencia que son olvidados por muchos: la salud y el tiempo libre.”
Esto indica lo importante que es hacer todo lo posible para hacer del tiempo el mejor uso posible y en cosas útiles. Es por ello que para ganar el juego de la vida es necesario realizar un plan realista que nos ayude a lograr nuestros objetivos y responsabilidades, incluyendo también lugar para el relax y el esparcimiento, pues trabajar nada más sin esparcimiento nos hace poco eficientes.
La esencia de la administración del tiempo no está en vigilar nuestro reloj constantemente, en mantener horarios rígidos, o en completar cualquier tarea en el menor tiempo posible. Lo verdaderamente importante es asegurarnos que nuestras actividades diarias, nuestras acciones y metas a corto plazo están fundamentadas en los valores, sueños y metas a largo plazo que queremos que guíen nuestras vidas.
De nada nos sirve ser eficientes en nuestras actividades diarias si éstas no nos están ayudando a materializar nuestros sueños o vivenciar nuestros valores. Es más, es posible ser muy eficiente en el desarrollo de nuestras actividades diarias y aun así ser poco productivos y experimentar frustración en nuestras vidas.
Einstein decía que el tiempo es una secuencia de eventos en la cual estos eventos, estos acontecimientos, ocurren uno tras otro, del pasado al presente, al futuro. Esta es una de las definiciones más completas y prácticas, puesto que identifica el elemento o la unidad básica del tiempo: los eventos. Así que la clave para administrar el tiempo con éxito no es administrar horas, minutos o segundos, sino administrarnos nosotros mismos y administrar nuestras acciones.
Entonces, si  deseas comenzar a tomar control de tu tiempo y tu vida, te voy a sugerir los siguientes tres pasos:

1. Toma un pedazo de papel y un lápiz y comienza por identificar aquellos sueños  y metas que deseas alcanzar y por los que estás dispuesto a trabajar por el resto de tu vida, si fuese necesario. En otras palabras, aquellas cosas que son realmente importantes para ti. Asegúrate que todas las áreas de tu vida se encuentren representadas en esta lista.

2. Asigna una fecha para la cual te gustaría ver realizada cada una de estas metas. No te preocupes si esta fecha está a dos o más años de distancia. Recuerda que aquello verdaderamente importante tomará tiempo. 

3. Identifica todas las metas a corto plazo, objetivos intermedios, acciones y actividades que puedas llevar a cabo a diario, que te puedan ayudar a alcanzar tus metas mayores. Este es uno de los pasos más importantes. Una gran meta que no pueda traducirse en actividades diarias no tiene ningún sentido, ya que son las actividades diarias las que producirán acción.
Sólo si das estos tres pasos y actúas, podrás estar seguro que hay una correspondencia entre tus actividades diarias, sueños, metas y valores. Recuerda que sólo cuando tus actividades diarias estén de acuerdo con tus prioridades más importantes, podrás experimentar un verdadero equilibrio en tu vida.

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