El enemigo más
persistente: el enfado.
El enfado es uno de los engaños más
comunes y destructivos que nos afecta casi todos los días. Nos solemos enfadar
cuándo no conseguimos lo que queremos o cuando nos tenemos que enfrentar con lo
que no nos gusta. Existen innumerables situaciones en las que podemos
enfadarnos con facilidad y las consecuencias son obvias: cuando nos enfadamos
perdemos nuestra paz interior y felicidad y nos sentimos incómodos e inquietos,
aumenta nuestro malestar, no podemos controlar nuestras emociones y se
obstaculiza nuestro progreso espiritual. Perdemos el sentido común y no somos
razonables. Incluso dañamos a quienes queremos ya sea física o verbalmente, con
el deterioro que ello conlleva en nuestras relaciones.
Superar el enfado no es una meta
inalcanzable. Nuestros pensamientos surgen debido al poder de la familiaridad,
cuando nos acostumbramos a hacer algo adquirimos destreza en ello. Para ello
debemos observar nuestra mente con atención en todo momento, y será más fácil
reconocerlo en cuanto surja.
- Cuándo
nos demos cuenta de que nos vamos a enfadar, hemos de recordar las
consecuencias de hacerlo.
- En vez
de culpar las circunstancias externas o a los demás, hemos de considerar
que nuestra falta de aceptación y consiguiente enfado son las causas de
nuestro malestar.
- El
auténtico antídoto del enfado es la paciencia.
- Otra
forma de reaccionar ante las dificultades: aceptar por completo cualquier
circunstancia en la que nos encontramos.
- Shantideva,
antiguo maestro budista indio, decía: "si algo tiene solución, ¿por
qué ser desdichados? Y si no la tiene, tampoco hay razón para serlo".
- Cuándo
estemos con nuestros familiares y amigos, podemos recordar la bondad que
recibimos de ellos.
- Si
aceptamos a los demás tal y como son, sin juzgarlos, mejoraremos nuestras
relaciones y controlaremos nuestras actitudes de enfado y crítica.
- Shantideva
también decía que en momentos de mucho enfado es mejor quedarnos como un
trozo de madera que actuar movidos por una actitud destructiva. En ese
momento nos podemos aislar, relajar nuestro cuerpo y con él calmar la
mente.
- Si
rechazamos las dificultades y nos enfadamos, no hacemos más que empeorar
la situación.
- -Alegrarnos
de las buenas cualidades de los demás y de su buena fortuna nos ayudará a
desarrollar potenciales similares a la vez que superamos la envidia.
- Controlar
el enfado no es reprimirlo.
- Tomar
una fuerte determinación de no enfadarnos teniendo en cuenta sus
consecuencias será de gran ayuda. Al principio podemos hacerlo durante
unas horas, con el tiempo durante días.
- Paciencia no es resignación. Con paciencia podemos mejorar lo que deseemos y comunicarnos mejor con quiénes nos rodean.
- Siéntate tranquilamente un momento y comprenderás qué tontamente te has estado moviendo.
- Aprende a tener tu boca cerrada y comprenderás que has hablado demasiado.
- Procura no meterte en demasiados asuntos y comprenderás que has estado perdiendo el tiempo en cosas innecesarias.
- Ten pocos deseos y comprenderás por qué has tenido tantos males.
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