El temperamento de las personas se expresa con todo el cuerpo y también en la escritura. Por esta razón es un recurso extraordinario para conocer mejor a las personas con quienes estamos en contacto y con quienes nos relacionamos.
El ser humano revela su personalidad cuando escribe, con mayor claridad que en la convivencia, porque nadie se muestra como es.
La grafología nos permite llegar a averiguar la realidad sobre alguien en particular y también sobre nosotros mismos.
Las vibraciones de las células cerebrales a través del brazo y de la mano se proyectan en el papel y nos dejan, al igual que las huellas digitales, otro tipo de señal que nos muestra nuestra íntima realidad.
La Grafología tuvo su origen con la investigación de Camildo Baldo, en Bolonia, en 1622, sobre las relaciones entre escritura y personalidad.
Pero mucho tiempo antes existió la misma curiosidad con respecto a los rasgos escritos. En el año 1000 a. de C., en China y en Japón se practicaba una especie de grafología rudimentaria por medio de barras, y, de acuerdo a su espesor, rigidez o flexibilidad, se podía analizar el carácter.
Aristóteles y Demetrio también anticiparon la relación entre la escritura y el carácter; y en la Edad Media también los monjes sabían interpretar los signos gráficos.
En todo el mundo actualmente se considera a la Grafología un arma muy útil que puede resultar un complemento eficaz tanto para conocernos a nosotros mismos o a nuestros familiares y amigos; como en los negocios, para selección de personal, o en medicina para ayudar a confirmar ciertos diagnósticos; y muy especialmente en el campo de la criminología.
Como toda ciencia no tradicional, la grafología ha tenido y tiene que vencer resistencias y prejuicios para poder imponerse en los medios académicos, pero cada día se da un paso más hacia delante.
Es un verdadero arte que se debe estudiar como un todo, ya que el ser humano es complicado y contradictorio. Un rasgo aislado nos informa, pero sólo debe tenerse en cuenta con el confrontamiento de los demás rasgos y complementos.
La Grafología moderna considera cuatro direcciones en el gesto gráfico:
El espiritual: que indican los rasgos que tienden hacia arriba.
El biológico: los que se orientan hacia abajo.
El social o de contacto: hacia la derecha.
El pasado: se orienta hacia la izquierda.
Lo Emocional: se situaría en el centro.
Desde el punto de vista psicológico, arriba estaría el ser Consciente, su espiritualidad, misticismo, idealismo e intelectualidad.
Abajo el Inconsciente, su motricidad, sexualidad, sensualidad y materialismo.
A la derecha la expansión, su iniciativa, actividad, extraversión, sociabilidad, audacia y masculinidad,
A la izquierda la introversión, su pasado, egoísmo, inhibición, y narcisismo.
En el centro es el sentimiento, la vida cotidiana.
La escritura evoluciona de acuerdo a la evolución psicológica y espiritual del individuo. Si permanecen los rasgos infantiles nos estará dando señales de inmadurez.
También está el caso de personas que tienen varias formas de escribir, esta singularidad expresan diferentes actitudes y estados emocionales del sujeto.
El tamaño de la letra grande suele ser más común en actores, artistas plásticos, bailarines y también músicos.
El genio no necesita de exteriorizaciones exageradas, ya que la concentración en su trabajo le obligan a concentrar también las letras.
El rasgo inicial significa lo que queremos hacer y cómo lo pensamos acometer, y el rasgo final se debe a hechos consumados, cargados de las vivencias de la acción.
La dimensión de los rasgos se refiere al mayor o menor impulso y a la opinión sobre uno mismo.
La presión nos da la pauta de la vitalidad y poder creativo.
La forma muestra la la personalidad.
La velocidad indica la rapidez de llevar la idea a la acción, y también la inteligencia.
La continuidad revela perseverancia.
La dirección de las líneas el humor y orientación en la vida.
La inclinación de las letras señalaría la intensidad de los gustos y preocupaciones.
En Internet, lo único que puede revelar algo sobre la personalidad del que escribe es el contenido de sus escritos, como la forma de expresión, palabras, temas de interés, educación y cultura que refleja.
El ser humano revela su personalidad cuando escribe, con mayor claridad que en la convivencia, porque nadie se muestra como es.
La grafología nos permite llegar a averiguar la realidad sobre alguien en particular y también sobre nosotros mismos.
Las vibraciones de las células cerebrales a través del brazo y de la mano se proyectan en el papel y nos dejan, al igual que las huellas digitales, otro tipo de señal que nos muestra nuestra íntima realidad.
La Grafología tuvo su origen con la investigación de Camildo Baldo, en Bolonia, en 1622, sobre las relaciones entre escritura y personalidad.
Pero mucho tiempo antes existió la misma curiosidad con respecto a los rasgos escritos. En el año 1000 a. de C., en China y en Japón se practicaba una especie de grafología rudimentaria por medio de barras, y, de acuerdo a su espesor, rigidez o flexibilidad, se podía analizar el carácter.
Aristóteles y Demetrio también anticiparon la relación entre la escritura y el carácter; y en la Edad Media también los monjes sabían interpretar los signos gráficos.
En todo el mundo actualmente se considera a la Grafología un arma muy útil que puede resultar un complemento eficaz tanto para conocernos a nosotros mismos o a nuestros familiares y amigos; como en los negocios, para selección de personal, o en medicina para ayudar a confirmar ciertos diagnósticos; y muy especialmente en el campo de la criminología.
Como toda ciencia no tradicional, la grafología ha tenido y tiene que vencer resistencias y prejuicios para poder imponerse en los medios académicos, pero cada día se da un paso más hacia delante.
Es un verdadero arte que se debe estudiar como un todo, ya que el ser humano es complicado y contradictorio. Un rasgo aislado nos informa, pero sólo debe tenerse en cuenta con el confrontamiento de los demás rasgos y complementos.
La Grafología moderna considera cuatro direcciones en el gesto gráfico:
El espiritual: que indican los rasgos que tienden hacia arriba.
El biológico: los que se orientan hacia abajo.
El social o de contacto: hacia la derecha.
El pasado: se orienta hacia la izquierda.
Lo Emocional: se situaría en el centro.
Desde el punto de vista psicológico, arriba estaría el ser Consciente, su espiritualidad, misticismo, idealismo e intelectualidad.
Abajo el Inconsciente, su motricidad, sexualidad, sensualidad y materialismo.
A la derecha la expansión, su iniciativa, actividad, extraversión, sociabilidad, audacia y masculinidad,
A la izquierda la introversión, su pasado, egoísmo, inhibición, y narcisismo.
En el centro es el sentimiento, la vida cotidiana.
La escritura evoluciona de acuerdo a la evolución psicológica y espiritual del individuo. Si permanecen los rasgos infantiles nos estará dando señales de inmadurez.
También está el caso de personas que tienen varias formas de escribir, esta singularidad expresan diferentes actitudes y estados emocionales del sujeto.
El tamaño de la letra grande suele ser más común en actores, artistas plásticos, bailarines y también músicos.
El genio no necesita de exteriorizaciones exageradas, ya que la concentración en su trabajo le obligan a concentrar también las letras.
El rasgo inicial significa lo que queremos hacer y cómo lo pensamos acometer, y el rasgo final se debe a hechos consumados, cargados de las vivencias de la acción.
La dimensión de los rasgos se refiere al mayor o menor impulso y a la opinión sobre uno mismo.
La presión nos da la pauta de la vitalidad y poder creativo.
La forma muestra la la personalidad.
La velocidad indica la rapidez de llevar la idea a la acción, y también la inteligencia.
La continuidad revela perseverancia.
La dirección de las líneas el humor y orientación en la vida.
La inclinación de las letras señalaría la intensidad de los gustos y preocupaciones.
En Internet, lo único que puede revelar algo sobre la personalidad del que escribe es el contenido de sus escritos, como la forma de expresión, palabras, temas de interés, educación y cultura que refleja.
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