El interés occidental por el mándala se debe en gran medida a la obra del psiquiatra Carl C. Jung. Jung estudió los mándalas orientales, y descubrió que las propiedades integradoras de los mismos eran beneficiosas en la psicoterapia; dibujando mándalas, sus pacientes podían comenzar a poner orden en su caos interior.
La construcción y posterior destrucción de mándalas de arena es una antigua tradición practicada por los monjes budistas del Tíbet. Consiste en crear un mándala con granos de arena coloreados, luego es santificado y destruido como parte de un ritual. Según ellos esto les ayuda a practicar el desapego y a “no codiciar el resultado de sus actos”.
El sentido de la vida es la vida misma, a cada paso vamos haciendo el camino que lleva a nuestra Alma al grado de evolución necesaria para la expansión.
ResponderEliminarLa forma de expandirnos es sin ataduras donde la energía del Alma vuele a cualquier lugar libre en expansión más allá de la limitación de las creencias mentales.
Darnos cuenta que después de un mándala podemos crear otro diferente es ampliar ese espacio necesario para el movimiento creativo.