ཨོཾ་མ་ཎི་པ་དྨེ་ཧཱུྃ།

domingo, 15 de julio de 2018

¿Qué es el Día de los Milagros de Buda?




Chotrul Duchen, último día de las celebraciones de Losar y considerado el Día de los Milagros. ¿Por qué se llama así a este día de luna llena? Es debido a lo que aconteció durante quince días de la vida del Buda Sakyamuni en estas mismas fechas, según el calendario lunar que siglos después se adoptaría como calendario tibetano. En esta jornada, los méritos acumulados por la práctica de Dharma se multiplican por cien millones. Conozcamos la historia:
El rey Bimbisara animó a sus súbditos a escuchar al Buda, que se encontraba en Rajagrija. El hermano del rey rechazaba al Buda porque seguía a otros seis maestros por quienes tenía mucha devoción, pero por respeto a su hermano hizo una gran fiesta pública para que fuese mucha gente, incluso el Buda con muchos monjes que estaban con él. Pero en la fiesta había preparados seis asientos altos especialmente para sus seis maestros. Al sentarse, llegó el Buda con sus monjes y según se acercaban a los últimos huecos libres que había en el suelo, de pronto los seis maestros aparecían en el suelo y el Buda aparecía sentado en el trono más alto. Esto pasó tres veces y los seis gurús decidieron quedarse en el suelo y ceder al Buda el asiento más alto.

Antes de servir la comida, se ofreció agua para que los invitados se pudiesen lavar las manos. El hermano del rey ofreció agua primero al Buda, pero éste le dijo que la ofreciese a sus maestros primero, pero cuando inclinaba la jarra, no salía nada. Fue a probar con el Buda y para él sí hubo agua. Después de él, pudieron lavarse los demás.
Antes de comer, de nuevo el hermano del rey pidió al Buda bendecir la comida, y de nuevo pidió que lo hiciesen sus maestros, pero éstos gesticulaban sin poder articular palabra, dando a entender que debía hacerlo el Buda. Lo hizo con una voz muy clara y bonita y cuando iban a servirle la comida, una vez más dijo que primero debían servir a los seis maestros. Pero cada vez que iban a meterse algo en la boca, salía volando por los aires. Así que sirvieron primero al Buda y entonces pudieron comer todos.

Después de comer, se pidió al Buda una enseñanza y él pidió a los seis maestros que hablasen. De nuevo, no pudieron hablar y pidieron con gestos al Buda que hablase él. El Buda habló y todos los presentes pudieron oírle y aprovechar sus palabras, tanto que muchos de ellos alcanzaron realizaciones muy elevadas, y desde aquel día se decidió que aquel reino seguiría las enseñanzas del Buda.

Después de la reunión los seis maestros se fueron enfadados por haber perdido a sus discípulos. Invocaron a los demonios para enfrentarse al Buda. Fueron al mercado y mostraron poderes extraordinarios, haciendo surgir agua, fuego y luces de colores de sus propios cuerpos. La gente se quedó maravillada y pensó que eran grandes maestros y retaron al Buda: Por cada milagro que él hiciese, ellos harían el doble para demostrar sus poderes y ganarse el respeto de la gente.
Cuando se lo dijeron a Bimbisara, el rey se rio de ellos, diciendo que aquello era como si una luciérnaga quisiera compararse con la luz del sol, o como si el agua que deja un buey al pisar sobre el barro quisiera compararse con el océano. Pero los seis maestros siguieron adelante en su empeño.

Bimbisara fue a ver al Buda para contárselo y éste le dijo que preparase un sitio y que ya llegaría el momento, a lo que el rey dispuso un prado despejado. Pero cuando todo el mundo le esperaba, el Buda salió de Rajagrija en dirección a la vecina Vaisali. Allí, los vecinos le dieron la bienvenida. Cuando se enteraron los seis maestros, dijeron que eran un cobarde que les tenía miedo, y fueron a decírselo al rey de Vaisali. El Rey de Rajagrija también acudió con una gran comitiva de elefantes, caballos, carruajes y miles de curiosos. Pero el Buda repitió al rey de Vaisali que todo llega en su debido momento, y de nuevo le pidió preparar un sitio.
 
Pero el Buda se volvió a ir, de Vaisali a Kausambi a War a Tigitsashiri a Kapila (el reino de su propio padre) para acabar finalmente en Sravasti, donde gobernaba el rey Prasenajijt. Todos los reyes de los reinos que había visitado le habían seguido hasta Sravasti, acompañado cada uno por miles de personas, además de los seis maestros y sus noventa mil discípulos. Le volvieron a llamar cobarde, y el rey Prasenajit se rió de ellos, diciendo que pretendían retar al Rey del Dharma. Visitó al Buda, y le pidió que combatiese los poderes mágicos de los maestros, poniendo a su disposición una gran superficie con ofrecimientos de incienso, estandartes y un gran trono.

DÍA 1 – El Buda se sentó en el trono ante la multitud y tras recibir los ofrecimientos del rey Prasenajit, cogió un palillo de dientes y lo colocó en el suelo, creciendo hasta transformarse en un árbol gigantesco, con ramas de varios kilómetros llenas de hojas, flores, frutos y joyas de todo tipo, emanando una luz multicolor de la misma intensidad que la luz del sol y de la luna juntos. Cuando el viento mecía las ramas, el sonido que se oía era de enseñanzas de Dharma. Después, el Buda habló personalmente y muchos de los presentes alcanzaron los primeros estadios de iluminación y millones de seres crearon la causa para renacer en reinos favorables, algo que se repetiría en los días siguientes.

DÍA 2 – El Buda giró la cabeza a derecha e izquierda, y a ambos lados del trono surgió una montaña de joyas, cada una con un riachuelo de agua con ocho sabores diferentes. Una de las montañas estaba cubierta con pasto para dar de comer a los animales, y la otra estaba cubierta con comida para los humanos. Seguidamente ofreció una enseñanza sobre las capacidades de cada persona.

DÍA 3 – El Buda se enjuagó la boca con agua después de comer. Cuando escupió, en el suelo se formó un lago de trescientos kilómetros de extensión. Su agua tenía ocho sabores diferentes, y el fondo estaba cubierto por distintos tipos de joyas. Aparecieron en su superficie una enorme cantidad de flores de loto de todos los colores, llenando el ambiente de fragancia y desplegando cada una rayos de luz en todas direcciones para que todos las pudieran ver. Después, ofreció otra enseñanza.

DÍA 4 – El Buda formó un pozo con ocho manantiales que fluían en círculo, volviendo a desembocar en el pozo. En el sonido del agua la gente pudo oir enseñanzas sobre los cinco poderes, las cinco fuerzas, los sietes aspectos de la mente iluminada, el óctuple noble sendero, los tres principios del camino a la liberación, los seis tipos de omnisciencia y los cuatro pensamientos inconmensurables.

DÍA 5 – Desde el cuerpo del Buda brilló una luz dorada que llenó el mundo entero, alcanzando a todos los seres y purificando los engaños de los tres venenos, siendo todos ellos pacificados de cuerpo y mente. Después, volvió a dar enseñanzas.

DÍA 6 – El Buda hizo que todos los presentes pudieran ver la mente de los demás para que pudiesen ver los pensamientos buenos y malos de todos. Todos ellos generaron una gran devoción y alabaron la sabiduría del Buda. A continuación dió enseñanzas.

DÍA 7 – Tras recibir ofrecimientos de su propio linaje real, los Sakya, bendició a los presentes de forma que todos ellos se convirtieron espontáneamente en reyes universales del Dharma, cada uno de ellos en posesión de siete joyas mágicas. Cada uno de estos seres regio un pequeño país y tuvieron a su cargo muchos ministros muy leales, fueron muy felices y el Buda les hizo saber que tenían una gran fe.

DÍA 8 – El dios Indra visitó al Buda y preparó un gran trono para él, y tanto Indra como Brahma colocaron ofrecimientos a su derecha. Se postraron ante él a lo que el Buda respondió haciendo el mudra de tocar la tierra con la punta de los dedos, momento en que se oyó el sonido de elefantes. Aparecieron cinco demonios gritando, destruyendo los tronos de los seis maestros. A continuación se manifestó Vajrapani, disparando rayos de fuego desde la punta de su dorje. Los seis maestros se aterrorizaron al verle, saltaron al agua y desaparecieron, con lo que sus noventa mil discípulos renunciaron a ellos y en aquel mismo momento tomaron refugio en el Buda, pidiéndole ser ordenados como monjes. El Buda les dio la bienvenida y sus barbas desaparecieron de repente. Les enseñó a todos ellos, convirtiéndose los noventa mil en arhats. Después, del Buda surigeron 84 mil rayos de luz, iluminando el cielo entero. Al final de cada rayo de luz había un loto, y sobre cada uno de esos lotos había a su vez un Buda rodeado de sus asistentes, enseñando el Dharma. Todos sintieron una inmensa alegría al contemplar todo esto y generaron una gran fe. A continuación, el Buda ofreció otra enseñanza.

DÍA 9 – El Buda expandió su propio cuerpo hasta alcanzar el cielo más alto de Brahma, desplegando rayos de luz en todas direcciones y ofreciendo una enseñanza bajo este aspecto.

DÍA 10 – Los cuatro grandes reyes invitaron al Buda a hablar. De nuevo, expandió su cuerpo mostrándolo del mismo tamaño que el propio Samsara, desplegando luz dorada en todas direcciones y siendo la propia luz lo que emanaba las enseñanzas.

DÍA 11 – Aunque los presentes no podían ver su cuerpo directamente mientras el Buda se encontraba en meditación, su cuerpo emitió luz dorada y pudo oirse una potente voz, con la que ofreció su enseñanza.

DÍA 12 – El Buda volvió a hacer meditación sobre el amor supremo, emanando luz dorada que se expandía por todos los mundos. Esta luz eliminó los tres venenos de las mentes de todos los seres, multiplicando su compasión, y todos ellos se amaron como un padre y una madre ama a sus hijos.

DÍA 13 – Sentado en su trono y de su ombligo surgieron dos rayos de luz de quince metros. A cada extremo había un loto, y en cada loto un buda. A su vez, del ombligo de cada buda surgían dos rayos de luz, cada uno con lotos y budas, y así hasta llenar la totalidad del espacio, y cuando el espacio estuvo lleno de budas, éstos mostraron su enseñanza.
DÍA 14 – El rey Udrayana arrojó flores ante el Buda y al tocar el suelo se transformaron en cincuenta carruajes elaborados con joyas preciosas, y el Buda ofreció enseñanzas que se pudieron oir en todos los distintos mundos.

DÍA 15 – El rey Bimbisara ofreció regalos al Buda y éste le respondió pidiéndole traer recipientes para la comida. Los recipientes se llenaron todos con comida de cien sabores diferentes. Cuando todos los presentes comieron, sus cuerpos y sus mentes se sintieron totalmente satisfechos. El Buda les preguntó si existe alguna miseria en el mundo que no tenga medida. Mediante su bendición los ocho tipos de demonios se dieron cuenta de que su miseria se debía a las causas que habían generado antes, por lo que generaron fe en el Buda. Y una vez más, como cada día, el Buda ofreció enseñanzas que de forma espontánea hicieron que los presentes alcanzaran enormes realizaciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario